Camaradas,
El gran salón de los diplomáticos en la Cancillería del Reich en Berlín no tiene más decoración que la de sus propias líneas asépticas, que el azul gobelino de dos tapices y que la luz cruda y terriblemente blanca de las arañas de Bohemia, enormes, que cuelgan de las cabezas de los invitados como dos racimos de alambres, de cristal y de frutos eléctricos.
Este sistema solar interior, que contrasta con el gris sucio del invierno en la calle, recibe todavía los refuerzos de los focos para la cinematografía y el de los centelleos constantes que lanzan en abanico, desde sus máquinas, los reporteros gráficos. Tan clara como esta sala es el propósito de los que allí se reúnen hoy: nueve Ministros de Asuntos Exteriores (España. Alemania, Italia. Hungría. Bulgaria, Croacia, Dinamarca. Finlandia y Rumania); el General Oshima Embajador del Japón; el Ministro del Manchukuo, Lu-I-Wen, y el Vicepresidente de Eslovaquia. Es la prórroga por cinco años del Pacto Antikomintern por las naciones que habían firmado ya el Acuerdo y la adhesión de otros siete Estados. Es el compromiso entre todos ellos de “informarse mutuamente sobre la actividad de la Internacional Comunista y el de deliberar sobre las necesarias medidas de defensa para llevarlas a la práctica en estrecha colaboración".
La declaración del Sr. Serrano Súñer, probablemente, resulta la más precisa de todas las que allí se hacen. Tan breve como cristalina. Antes de que España se adhiriese al Pacto Antikomintern —en marzo de 1939— ya el país estaba empeñado en esta acción, "porque nuestra guerra no fue una contienda interior, sino una lucha de ideologías y conceptos morales de valor universal". "Frente a la amistad de los paladines de 1a democracía con las hordas del Kremlin —añade—, españoles, alemanes e italianos sellábamos con sangre una hermandad de héroes más fuerte que todos los pactos para defender a toda costa, contra los bárbaros, los valores esenciales de una civilización en la que estamos educados y cuyo término no podemos, aceptar.”
El Sr. Serrano Súñer habla en español —la traducción de sus palabras habría de ser leída luego—, pero su voz- parece que traspasa el misterio de un idioma desconocido para la mayoría de los que escuchan, porque la atención y el estatismo de la sala entera son absolutos. Habla luego de la División Azul y de su orgullo de formar en las filas del ejército de Europa que combate contra el mayor enemigo de la Humanidad. "Por todo ello —termina diciendo— este acto de hoy a nadie podrá parecer insólito, ni mucho menos,1a presencia de España en él, como no sea a pueblos y hombres que, ciegos por el orgullo, la soberbia o el egoísmo, estarían dispuestos a precipitar al mundo entero en el abismo de su propia ruina."
Representación de la ceremonia de hoy por parte de la propaganda Aliada. A esta clase de ceguera es a la que se refiere Serrano Súñer.
El ritmo de la sesión va conducido por el gigante von Dornberg, jefe de protocolo, cuyos dos metros y mucho más de altura, y cuya barba roja y joven se mueven de un lado para otro como un edificio dotado de la facultad de marcha.
Otras declaraciones han precedido a la del Ministro de Asuntos Exteriores español. Después comienzan a hablar los representantes de los nuevos Estados adheridos, mientras von Ribbentrop entorna ios ojos para evitarles la ceguera de la luz, mientras el Conde Ciano lee unas notas que le entrega a un secretario y mientras el Sr. Bárdossy, jefe del Gobierno de Hungría, conserva, a la izquierda, del señor Serrano Súñer, una inmovilidad que desorganiza ligeramente alguna vez para inclinar su cabeza hacia la del representante de España y cruzar con él algunas palabras. La última declaración es la del Sr. Tuka. con unos lentes de cristales muy gruesos. Lee su discurso en muchas y grandes hojas de papel, sobre cada una de las cuales, y a causa del tamaño de las letras, sólo han podido copiarse seis o siete palabras. Está casi ciego. La sesión no ha durado más de dos horas. La máquina diplomática funciona hoy a gran marcha, porque la oratoria es breve y clara como la luz del Gran salón de la Cancillería. En ese tiempo se han pronunciado 14 declaraciones —algunas de ellas dobles por añadidura de la versión alemana— y se han estampado 108 firmas en el Protocolo, cuyo texto reza así:
El Gobierno del Reich Alemán, el Gobierno Real Italiano y el Gobierno Imperial Japonés, así corno el Gobierno Real Húngaro, el Gobierno Imperial del Manchukuo y el Gobierno Español, reconociendo que los acuerdos contraídos con el objeto de contener la actividad de la Internacional Comunista han evidenciado su utilidad, en la convicción también de que los intereses concordantes de sus países exigen igualmente en el porvenir una estrecha cooperación contra el enemigo común, han decidido prorrogar por cinco años la validez de los acuerdos en cuestión, y para este fin han decidido las siguientes estipulaciones:
Artículo 1°. El Pacto contra la Internacional Comunista, tal comto resulta del Acuerdo y del Protocolo complementario del 25 de noviembre de 1936 y del Protocolo del 13 de noviembre de 1937, y al cual se han adherido Hungría, por el Protocolo de 24 de febrero de 1939; Manchukuo, por el Protocolo de 24 de febrero de 1939, y España por el Protocolo de 27 de marzo de 1939, es prorrogado por cinco años, a partir del 25 de noviembre de 1941.
Artículo 2º. Los Estados que por invitación del Gobierno del Reich Alemán, del Gobierno Real italiano y del Gobierno Imperial Japonés, como signatarios originales del Pacto contra la Internacional Comunista, tengan la intención de adherirse a este Pacto, entregarán por escrito sus declaraciones al Gobierno del Reich Alemán, el cual, por su parte, avisará a todos los demás Estados firmantes de la recepción de esta declaración. La adhesión entra en vigor el día en que sea recibida por el Gobierno del Reich Alemán.
Artículo 3º. Este Protocolo está redactado en lengua alemana, italiana y japonesa, y cada uno de estos textos es considerado como original. El Protocolo entra en vigor el día de su firma. Las altas partes contratantes acordarán antes de que expire el plazo de cinco años previsto en el artículo 1°, la forma futura de su colaboración, en fe de lo cual, los abajo firmantes, provistos de los poderes de sus Gobiernos respectivos, firman y sellan este Protocolo.
Hecho en seis ejemplares, en Berlín, a 25 de noviembre de 1941. año XX de la Era Fascista y 25 día del 11 mes del año XXV de la Era Showa.
Tod dem Bolschewismus!
Es lebe Nationalsozialismus! Es lebe Freiheit!
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