Camaradas,
En la histórica sala de la Löwenbraukeller se han reunido esta noche, como cada año, los participantes en el Putsch Nacionalsocialista del 9 de noviembre de 1923 y los portaestandartes del Partido Nacionalsocialista. La reunión de los viejos Nacionalsocialistas ha estado imbuida de una gran solemnidad debido a la presencia del Führer, que una vez más no ha faltado a su cita trasladándose directamente desde su Cuartel General en Rastenburg.
El Führer antes de su intervención. Ésta y las otras fotografías que ilustran este artículo fueron obtenidas en la conmemoración del Putsch del año 1938.
El Gauleiter Adolf Wagner le ha dispensado una calurosa bienvenida y a continuación le ha entregado al Führer el uso de la palabra. El Führer y Canciller Alemán Adolf Hitler ha pronunciado un memorable discurso. El tono viril de su verbo es realmente admirable. Expresa con fe inquebrantable la certidumbre de la victoria, aunque no menciona fechas. Sabe que la lucha va a ser dura y prevé incluso la posibilidad de que por voluntad de los anglosajones la guerra se prolongue. "Todo es posible —ha dicho— menos que Alemania capitule." Ha aceptado el reto de Washington, pero a pesar de la orden dada por Roosevelt de que los barcos armados disparen contra cualquier buque alemán, las instrucciones de Berlín son contrarias. Sólo se disparará contra aquel barco yanqui que haya tomado la iniciativa o lleve a cabo contrabando de guerra. En cuanto a la Unión Soviética, aunque resista todavía, ocho o diez millones de combatientes han sido ya eliminados. El país de la mentira está virtualmente vencido. En resumen; se ha tratado de un discurso que ha demostrado a todo el mundo la decisión inquebrantable del Reich de continuar luchando por su libertad y por el bienestar de Europa, salvada de la amenaza bolchevique y la explotación plutocrática. Estas han sido sus palabras:
Prepararnos para la lucha final.
Consideraba necesario que Gran Bretaña se diese cuenta de que no tenía sentido alguno para ella el continuar la guerra, así como que tampoco había nada que pudiera impedir una paz razonable. Pero la insensatez que dirige los destinos de Inglaterra desde hace años, interpretó mi actitud como una señal de debilidad. No fui bien comprendido. No queda otro camino que prepararnos- para la lucha final y tomar el camino que nos permitirá librarnos y librar a Europa de los peligros que amenazaban al Continente.
Cuando hablé ante vosotros la última vez, lo hacía absolutamente seguro de la victoria. Pero estaba convencido que detrás de todos los acontecimientos se ocultaba el enemigo que siempre se ha aprovechado de las discordias entre las nacio.nes: el judío internacional. Este judío había sido señalado por mí como el incendiario mundial, el cual, por medio de la Prensa, la radio, el cine y el teatro había envenenado durante largos años el espíritu de las naciones. Claramente podía observarse que este proceso de envenenamiento continuaba. Los financieros judíos trabajaban en este sentido y en los primeros días de la guerra algunos ingleses que poseían acciones de las industrias de armamento declararon abiertamente que la lucha duraría, cuando menos, tres años.
Dominación judía en la Unión Soviética.
Inglaterra se ha convertido en la protectora de la infamia judeo-capitalista y democrática. Estaba perfectamente claro que el espíritu judío se volvería contra nosotros desde el punto donde reinaba más ampliamente: desde la Unión Soviética. En este país todos los intelectuales fueron asesinados y todos los trabajadores estaban sometidos a un régimen de esclavitud por medio de una organización de comisarios y de judíos comerciantes. Se reflexionó sobre si en este Estado llegaría algún día a dominar la idea nacional, pero de esta forma, reflexionando, se llegó a olvidar que el hombre que pasajeramente se ha convertido en dueño de los destinos de Rusia era sólamente un instrumento manejado por la judería.
El Führer se ha referido a continuación a los gigantescos preparativos de guerra soviéticos y hecho mención a los centenares de campamentos militares en construcción que ha hallado la Wehrmacht durante su avance, al aumento intensísimo de la producción bélica soviética y, finalmente, a la concentración de 170 divisiones en la frontera alemana. Después de referirse a las conversaciones con Molotov y a la convicción de que la Unión Soviética entraría en liza a finales del verano o, lo más tarde en el otoño, Hitler ha afirmado que el conflicto de Yugoslavia fue provocado por la Unión Soviética, ya que Stalin estaba convencido de que esta campaña distraería al Ejército Alemán durante un año entero y que en este espacio de tiempo el Ejército Rojo podría tener la ocasión de intervenir.
Berlín fue informado de las intenciones de Moscú por una sesión secreta de los Comunes.
Es hoy, por primera vez cuando puedo decir abiertamente cómo fuimos informados de tales proyectos. En la temporada de 1939 a 1940 se celebraron en la Cámara de los Comunes de Londres numerosas sesiones secretas. En una de éstas, Churchill expresó su esperanza de que, según le había informado Cripps, en un año o año y medio la Unión Soviética entraría en acción, por lo que era preciso que Gran Bretaña resistiese durante tal plazo de tiempo. Ante este hecho, adoptamos las medidas adecuadas, y para ello procedimos previamente a despejar nuestro flanco del sureste. Esta cuestión fue estudiada con Mussolini y con la ayuda de los Estados europeos amigos logramos resolverla en unas semanas. La orden de comenzar el combate defensivo contra la Unión Soviética ha sido la decisión más grave de toda mi vida por estar seguro de que dicha orden significaba para Alemania un combate muy duro. Sabía, sin embargo, que las posibilidades de ganar esta lucha eran mayores que nunca.
El Oeste quedaba suficientemente protegido y en el campo enemigo hay varios de esos hombres llamados grandes políticos que han afirmado que yo tenía conciencia de que no sería atacado por el Oeste. A estas gentes diré que me he preparado formidablemente en esa zona, de manera que el enemigo puede venir cuando lo desee. Las costas no se encuentran en la misma situación de hace un año. Se ha trabajado con la intensidad y precisión clásicas del Nacionalsocialismo, y hoy continuamos trabajando. Tenemos fuerzas que en cualquier momento podrían entrar en acción. Por lo que se refiere a los Balcanes, también hemos establecido una situación de plena seguridad, y Finlandia y Rumania se han declarado dispuestas a combatir a muestro lado. Por su parte, Bulgaria ha comprendido la realidad de las circunstancias y no ha hecho cosa alguna que hubiera podido perjudicarla. Basándose en su pasado, Hungría, ha tomado una decisión heroica.
La ocupación de Leningrado no tiene importancia.
De este modo llegó el 22 de junio y me decidí a hacer frente al peligro comunista aprovechando una ventaja de solamente unos días. Se trataba de un combate necesario no solamente para Alemania, sino para Europa entera; era un combate a vida o muerte e incluso puedo decir que quizá por vez primera Europa entera lucha en el Este por su propia existencia. El fin de este gran combate ha sido el aniquilamiento de las fuerzas enemigas y la ocupación de los centros de alimentación y armamento del enemigo. Superfluo es añadir que en esta lucha no juega papel alguno el prestigio. Para demostrar estas afirmaciones está el ejemplo de Leningrado, la antigua San Petersburgo. Lo mismo que las tropas alemanas han podido avanzar desde la frontera de Prusia oriental hasta diez kilómetros de Leningrado, del mismo modo podrían conquistar la distancia que media hasta el centro de la población, cosa que no es necesaria porque la ciudad está cercada y nadie podrá evitar que caiga en nuestras manos. No son los famosos estrategas británicos los que deciden el rumbo del avance alemán. A lo sumo podrán decidir sus propias retiradas. Somos nosotros los que habremos de pronunciar la última palabra.
Diagrama con las sucesivas bolsas y batallas que se han producido desde el 22 de junio y el botín en prisioneros, tanques y cañones incautado por la Wehrmacht.
Las bajas rusas ascienden de ocho a diez millones.
Por lo que respecta a la ocupación de los centros de armamentos y de alimentación del enemigo, hemos procedido de una forma sistemática y los siguientes datos constituyen el resumen, hasta el presente, de la campaña del Este: El número de prisioneros se eleva a 3.600.000, aproximadamente, y si algún inglés me dijera que esta cifra no ha sido confirmada, me vería obligado a. responderle: Cuando los militares alemanes dan una cifra, es exacta, y jamás se han equivocado ni mentido. Calculando que sobre la base de la situación durante la Gran Guerra, el número de 3.000.000 prisioneros corresponde al menos una cifra análoga de muertos, y teniendo en cuenta que, tanto en Rusia como en Alemania, un muerto equivale a tres o cuatro heridos, resulta una pérdida de ocho o diez millones de hombres, por lo menos. El enemigo ha pretendido hacer creer que los alemanes habían sufrido cuatro millones! y medio de bajas y la Unión Soviética tan sólo 50.000 muertos, un millón de heridos y 350.000 prisioneros.
15.000 aviones, 22.000 carros blindados y más de 27.000 cañones.
Ante esto, no podemos menos de preguntarnos: ¿Por qué los rusos han retrocedido mil quinientos kilómetros, aproximadamente, si han tenido tan pocas pérdidas? El material que hemos capturado es inconmensurable. Hasta ahora han caído en nuestro poder quince mil aviones, más de veintidós mil carros blindados y más de veintisiete mil cañones. La industria del mundo entero, incluida la alemana, no podría renovar este material en poco tiempo y la de las democracias necesitaría varios años para llegar a esas cifras. El territorio que hemos ocupado es tres o cuatro veces más grande que Francia y, aproximadamente, unas cinco veces mayor que Inglaterra. En él se encuentra del 70 al 75 por 100 del total de las industrias y de las materias primas de la Unión Soviética, y espero que en breve nos apoderemos de ciertos territorios de suma importancia en lo que a este aspecto se refiere. Si la expresión "guerra relámpago" (Blitzkrieg) se puede emplear en una guerra, hay, indudablemente, que aplicarla a la lucha con la Unión Soviética que, dueña de un inmenso Imperio, ha sido aniquilada en tiempo muy escaso.
Detrás de nuestro frente contamos con otro: la Patria alemana; y, detrás de la Patria alemana, tenemos un tercer frente: Europa. Si me dijeran que las democracias comienzan ahora a armarse, contestaría que nosotros no empezamos, sino que continuamos armándonos. He concentrado la fabricación de armamentos y la he intensificado. Hay quien, otra vez, habla de cifras. Yo no lo hago, pero de he decir que llegará un día en que cause asombro la cantidad de material reunido por nosotros. Se me puede decir que América cuenta con ciento veinticinco millones de hombres y a esto contestaré que igual número de habitantes tiene el Reich, contando el Protectorado y el Gobierno General, y que el territorio que en la actualidad trabaja directamente para Alemania cuenta con más de doscientos cincuenta millones de hombres, y que son más de trescientos cincuenta los que indirectamente colaboran en esta lucha. Que nadie dude que utilizaremos para este gran combate todos los medios de que podemos disponer.
Cualquier sublevación quedará aplastada.
La desgracia de los enemigos de Alemania ha sido no haber comprendido a la Alemania de hoy, que no es la de la Gran Guerra. El enemigo cree en la posibilidad de que surja en nuestro país una sublevación. Después de haber escuchado a la Radio inglesa sólo se sublevaría un imbécil y, en el caso de que eso llegara a ocurrir, sería por muy poco tiempo, porque estamos en condiciones de terminar inmediatamente con esa clase de movimientos. Nadie debe olvidar que no es una Alemania burguesa la que aplastaría a quienes intentaran sublevarse, sino la Alemania Nacionalsocialista, con sus puños duros y fuertes como el acero. Los que abrigan la esperanza de que pueda estallar una revolución en Alemania tienen que tener en cuenta que los que podrían intentar hacerlo abandonaron nuestro país hace ya bastante tiempo y se encuentran todos en Inglaterra, América y Canadá.
El Partido Nacionalsocialista es clave en la voluntad de resistir de la nación alemana. Todo es posible en este mundo menos que Alemania capitule. Nuestros adversarios afirman que si no lo hacemos, la guerra durará muchos años. No me preocupa en absoluto el tiempo que dure. Lo único que digo es que el último batallón que quede sobre el campo de batalla ha de ser un batallón alemán.
Respuesta enérgica a las amenazas norteamericanas.
En relación con las amenazas provenientes desde los Estados Unidos, repito la declaración que hice hace un año: Cualquier barco que transporte material de guerra destinado a matar hombres, será torpedeado. El presidente norteamericano que, en su tiempo, fue el responsable de la declaración de guerra de Polonia y que indujo a Francia a entrar en la guerra, cree ahora poder intimidar a Alemania. Yo puedo decir: El presidente Roosevelt ha ordenado a sus barcos de guerra que abran fuego contra cuantos barcos alemanes encuentren en su camino; yo he dado orden a los barcos alemanes de no atacar a los navíos norteamericanos cuando los encuentren, pero sí de que se defiendan en caso de ser atacados. Si un barco norteamericano abre fuego por orden de su Presidente, lo hará a su propio riesgo.
Condeno enérgicamente la maniobra de Roosevelt que con su mapa intenta demostrar la existencia de ambiciones alemanas con respecto a América del Sur. Se trata de una falsificación carente en absoluto de sentido. En cuanto a la afirmación de que Alemania tiene la intención de acabar con todas las religiones, la califica de demasiado infantil como para que merezca ser discutida. En Alemania cada uno puede profesar la religión que prefiera. La gran diferencia que existe entre Alemania y los Estados Unidos en lo que a la cuestión religiosa se refiere es que en la primera la Iglesia recibe nueve millones de marcos anuales del Estado, mientras que en Norteamérica nada percibe. En Alemania nunca ha sido perseguido un sacerdote sino cuando ha intervenido en política y en contra de los principios del Estado, lo cual ha sucedido en muy pocas ocasiones.
Alemania salva a Europa de un peligro enorme.
Todos los alemanes han tenido ocasión de apreciar los progresos realizados en política social durante los últimos años y que afectan, principalmente, a obreros y agricultores. Con respecto a la lucha antibolchevique, puedo decir que Alemania está salvando a Europa de un peligro enorme y, al mismo tiempo, movilizando su riqueza incalculable, cuyas consecuencias y resultados han de ser formidables. Existe una comunidad de destino común entre todas las naciones europeas, pero hay una diferencia entre los franceses y sus judíos, entre los belgas y sus judíos, entre los holandeses y sus judíos. Es indudable que en los pueblos más ricos son innumerables las personas que viven miserablemente y lo mismo ocurre en lo que a las naciones se refiere. Por lo tanto, el gran objetivo que tenemos que alcanzar es organizar el reparto de las riquezas existentes en beneficio de todos los países de Europa. Estoy convencido de que Europa seguirá figurando a la cabeza de la civilización y no descenderá nunca a ser un Continente de segundo orden. Willkie declaró en una ocasión que, en la actualidad, sólo existían dos posibilidades: que sea Berlín la capital del-mundo o que ocupe Washington ese lugar, y a esto contesto que Berlín no abriga tal deseo y que Washington, si lo quiere, no lo logrará nunca.
Para, efectuar el inmenso trabajo que se necesita no estamos solos. Tenemos aliados y, en primer término un país que sufre las mismas privaciones que nosotros, y acaso más: Italia. El Duce, lo mismo que nosotros, considera que esta guerra se hace para conseguir el pan de cada día. Es nuestro amigo Benito Mussolini, como lo es Italia y nada ni nadie podrá separarnos. Otras muchas naciones se han adherido a la alianza ítalo-alemana y tienen los mismos ideales que tenemos nosotros. Las operaciones que en la actualidad se desarrollan en el frente oriental, con las que se ha logrado asestar golpes gigantescos a los Ejércitos, no han terminado todavía, pero todos pueden estar seguros de que nuestra fuerza y nuestra pujanza no sufrirán merma en la presente lucha, que es la lucha por la libertad de Alemania, comenzada en 1914 y no terminada todavía.
El Führer ha terminado su discurso rindiendo sentido homenaje a los Caídos del Partido Nacionalsocialista y a las víctimas de la Gran Guerra y de la guerra actual. Al terminar su discurso, interrumpido en diversos pasajes con grandes aplausos, el Führer ha sido objeto de una ovación indescriptible que se ha prolongado durante largo rato.
Es lebe der Führer!
Adolf Hitler, Sieg Heil!
Es lebe der Führer!
Adolf Hitler, Sieg Heil!
Bravisimo!!!!
ResponderEliminarsieg heil!!!
Todos daban por terminada la guerra con Rusia. Justo cuando el avance a Moscú estaba siendo ralentizado por el clima adverso y los feroces combates con las fanáticas tropas rusas. Dentro de un mes, los soldados alemanes estarían congelándose en las estepas rusas o yendo a Siberia o Mongolia como prisioneros.
ResponderEliminarTampoco era descabellado pensar que Rusia estaba acabada a tenor de los vagones de trenes repletos de millones prisioneros que afluían al Reich. A pesar de la resistencia que plantaba el Ejército Rojo, a día de hoy los alemanes todavía confiaban en poder desfilar por la Plaza Roja.
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