martes, 24 de mayo de 2011

La Batalla del Estrecho de Dinamarca: El Bismarck hunde al HMS Hood - 24/05/1941.

El Bismarck abriendo fuego contra los enemigos del Reich.

Camaradas,

Durante la noche del 23 al 24 de mayo, perseguidos por los cruceros británicos HMS Suffolk y HMS Norfolk, el acorazado Bismarck y el crucero Prinz Eugen mantienen un curso constante de 220 grados hacia el suroeste y una velocidad de 28 nudos. Al HMS Suffolk y el MHS Norfolk los siguen de cerca el crucero de batalla HMS Hood, el acorazado HMS Prince of Wales y los seis destructores del Almirante Sir Lancelot Holland, que navegan hacia el sureste a 27 nudos en ruta de intercepción. Los destructores no tardan en quedar rezagados respecto a los pesados y poderosos, aunque veloces, Hood y PoW, como se le conoce al Prince of Wales. A medianoche el Almirante Holland ordena ondear la gran bandera de batalla de la Marina Real Británica en el mástil mayor. Según los cálculos, dentro de dos horas va a encontrarse con la escuadra alemana al mando del Almirante Günther Lütjens.

Pero antes, sucede un desagradable imprevisto para los británicos: el Bismarck y el Prinz Eugen entran en una ventisca con nieve. Los dos cruceros británicos que navegan inmediatamente detrás se adentran también en la ventisca pero, de pronto, el radar del HMS Suffolk pierde el contacto con los alemanes. Los cruceros británicos ya no saben dónde se encuentra el Bismarck, aunque lo cierto es que Lütjens ignora tal cosa y se siente perseguido en todo momento.

El Almirante Lütjens.

En ese momento Lütjens tiene ante sí dos opciones, dado de que su actual ruta de salida al Atlántico Norte ha sido descubierta por el HMS Suffolk y el HMS Norfolk: proseguir con la esperanza de que las unidades pesadas británicas se encuentren aún en Scapa Flow imposibilitadas por la distancia de tratar de detenerle o, por el contrario, dar media vuelta y dirigirse al Mar de Noruega para reabastecerse y luego intentar salir de nuevo. Esta última táctica ya la había utilizado con éxito al mando de “los Gemelos” Scharnhorst y Gneisenau previamente este mismo año durante la Operación Berlín. Pero esta vez Lütjens decide proseguir y apostar por que los británicos no tienen unidades importantes que oponerle antes de que irrumpa al Atlántico Norte.

Holland, quien ha quedado a ciegas luego que el HMS Suffolk perdiera al Bismarck, ordena cambiar el rumbo a eso de las 2 de la mañana del 24 de abril a 200 grados, hacia el sur-suroeste. Con esto, pretende atrapar al Bismarck tanto si éste ha decidido cambiar su derrota como si mantiene su última dirección conocida. Al tiempo, Holland envía a sus destructores hacia el norte para cubrir la posibilidad de interceptar al Bismarck en el caso de que intente la huida.

Movimientos de las fuerzas navales alemana y británica antes del enfrentamiento de hoy.

Un cuarto de hora antes de las tres de la mañana, el HMS Suffolk vuelve a establecer contacto con el Bismarck, el cual continúa con su curso anterior, a treinta y cinco millas de distancia del HMS Hood, en curso divergente y una velocidad de 28 nudos. Holland sabe que su intención original de interceptar al Bismarck por su banda de babor y de frente, lo que en táctica naval se conoce como “cruzar la T” que es la situación ideal para todo Almirante en combate, ya no es posible. Ahora ha perdido esta posibilidad y ya no está en capacidad de recobrarla. Su única opción es acercarse a los alemanes por la banda de babor y, exponiéndose así a todas las baterías enemigas de costado, oponer únicamente las propias de proa durante una agonizante aproximación. Conciente de los peligros que implica esta clase de acercamiento Holland decide realizarlo de todas maneras: es parte de la tradición naval británica presentarle batalla al enemigo sin importar el riesgo o desventaja táctica que se tenga. El célebre almirante Nelson ganó así la Batallas del Nilo y de Trafalgar; la Marina Real Inglesa le debía a la adherencia de este principio o doctrina su impecable tradición de victoria. De ese modo, el HMS Hood ha encabezado valientemente al PoW en un rumbo que los va a poner al alcance de todas las baterías alemanas.

El HMS Hood abre fuego.

Comienza la batalla.

A las 5:35 de la mañana del 24 de mayo los vigías a bordo del HMS Hood finalmente avistan al escuadrón alemán a una distancia de 37.000 metros. Los alemanes se mantienen un rumbo de 220 grados, a 27 nudos y con el Prinz Eugen a 2.500 metros al frente del Bismarck... y son bien conscientes de la presencia de los británicos. Los hidrófonos a bordo del Prinz Eugen han detectado el sonido de hélices de alto rendimiento de dos barcos aproximándose minutos antes del avistamiento. Holland, quien todavía se encontraba en curso 240 grados a 28 nudos, ordena una primera corrección de 40 grados a estribor para tener ahora un curso de 280 grados con el fin de aproximarse lo más rápido posible a los alemanes. El fin de esta maniobra es acortar la distancia entre los escuadrones y evitar a toda costa el “fuego de desplome” enemigo: Holland conoce muy bien el talón de Aquiles de su buque insignia, cuyo puente ocupa ahora junto con el capitán del navío Ralph Kerr.

El Hood fotografiado desde el Prince of Wales durante la persecución.

A las 5:47 de la mañana la “alarma” resuena a bordo de los buques alemanes en tanto Lutjens se aposta en el puente de mando del Bismarck junto al capitán Ernst Lindemann. En este momento en el que se inicia la etapa decisiva de este feroz encuentro parece que Lütjens entra en una especie de parálisis: no ordena ninguna corrección de curso y no instruye al capitán Lindemann del Bismarck ni al capitán Brinkmann del Prinz Eugen sobre el procedimiento de batalla a seguir. Ahora bien, el rumbo que siguen los alemanes no puede ser mejor, siendo el de los británicos el que presenta serios problemas. Como las siluetas de los navíos alemanes resultan muy similares, y el Prinz Eugen va en cabeza, a bordo del HMS Hood confunden, trágicamente, a ambos buques. En consecuencia, Holland ordena que las baterías del Hood y del PoW enfilen al buque líder enemigo, es decir, al Prinz Eugen y no al Bismarck. No obstante, los oficiales y artilleros del PoW sí que logran identificar correctamente a las unidades enemigas y apuntan al Bismarck desde un primer momento. Los cruceros pesados HMS Norfolk y HMS Suffolk no reciben orden alguna por lo que continúan persiguiendo a los navíos alemanes de lejos, uno a babor y el otro a estribor, sin aproximarse para abrir fuego.

Ernst Lindemann, Capitán del Bismarck.

A las 5:49 Holland ordena una nueva corrección de curso de 20 grados más para llegar a los 300 grados con tal de acelerar el proceso de acercamiento. Esta derrota le ofrece una mejor aproximación en tanto que le permite al Hood emplear toda la artillería de sus cuatro torretas. Sin embargo el arco de la torreta de popa del PoW, la “Y”, sigue sin poder apuntar hacia el Bismarck.



Balance de fuerzas

Buque:
Bismarck
Prinz Eugen
Hood
Prince of Wales
Desplazam.:
50.900 Tm

19.042 Tm

48.360 Tm

43.700 Tm
Armamento:
- Principal:
- Secundario:


8 x 380 mm
12 x 150 mm


8 x 203 mm
-


8 x 381 mm
-


10 x 356 mm
16 x 133 mm
Blindaje:
- Cintura:
- Torres:
- Cubierta superior:
- Cubierta acorazada:

320 mm
130-360 mm
50-80 mm
80-120 mm

80 mm
160 mm
25 mm
30 mm

305 mm
127-381 mm
38 mm
75 mm

348-374 mm
150-324 mm
-
124-150 mm
Velocidad:
30,1 nudos

32,2 nudos

30-31 nudos

28 nudos


En las entrañas de todos los buques a punto de entrar en combate se grita en dos idiomas distintos –inglés y alemán- la orden de “¡cargar, cargar, cargar!” los cañones principales con munición perforante anti-blindaje y sacos de póllvora extraídos desde las santabárbaras. En los puestos directores de tiro los oficiales encargados afinan sus instrumentos de disparo. Uno de éstos hombres, el Cuarto Oficial de Artillería del Bismarck, Teniente Capitán Burkhard Müllenheim-Rechberg, quien observa desde el puesto director de popa, piensa que el escuadrón enemigo se asemeja a un iracundo toro cargando sin saber contra qué.

A las 5:52 de la mañana es el Hood el primero que abre fuego, disparando su primera salva contra el Prinz Eugen situado a unos 22.800 metros de distancia. Treinta segundos después el PoW abre fuego contra el Bismarck desde 24.200 metros, pero sólo con una salva de sus baterías frontales.

Fotografía obtenida desde el Prinz Eugen, con los surtidores de una andanada británica elevándose en el agua cerca de él.

Los alemanes no responden el fuego: Lütjens no ha dado la orden de hacerlo. Los oficiales en los puentes del Bismarck y el Prinz Eugen miran impotentes cómo un escuadrón superior al de ellos les dispara impunemente en tanto sus propios cañones guardan silencio.

El Hood y el PoW continúan abriendo fuego sobre sus enemigos pero las salvas caen altas o cortas respecto a los buques alemanes sin causarles daño. El PoW comienza a experimentar problemas con su torreta cuádruple de proa.

Instantánea de la primera andanada del Bismarck obtenida desde el Prinz Eugen.

¡Jot Dora! El Bismarck abre fuego.

A las 5:54 Holland ordena regresar al curso de 280 grados con la intención de abrir el arco de fuego de la popa del PoW. Sin embargo las salvas británicas siguen cayendo alrededor de los alemanes y éstos no responden. En ese momento, según testigos, el capitán Ernst Lindemann exclama: “¡No voy a permitir que vuelen mi barco! ¡Abran fuego!” Esto confirma el hecho de que Lütjens se encontraba paralizado en los minutos iniciales del combate. La banderola “Jot Dora” es izada en el mástil del Bismarck: la señal para abrir fuego es avistada por el Prinz Eugen que, a su vez, es el primer buque alemán en disparar a las 5:55 de la mañana. Esta primera salva alemana va dirigida contra el Hood a 20.200 metros de distancia.

Es entonces cuando el Bismarck abre fuego, asimismo, contra el crucero de batalla británico. Los británicos se percatan, desde esos primeros disparos enemigos, que los alemanes tienen una técnica muy efectiva de tiro, alternando las salvas de torretas de proa y de popa para identificar con certeza los surtidores de agua que producen las ojivas al caer en el mar. El Prinz Eugen logra en su primer salva lo que los británicos no habían podido hacer hasta ese momento: “rodear” al Hood con sus ojivas. “Rodear” significa que los tiros no era ni largos ni cortos, sino precisos y que es sólo cuestión de tiempo que encuentren su blanco. Los disparos del Bismarck caen un poco por detrás de su objetivo pero están bien orientados.

El Bismarck dispara una de sus precisas salvas.

A las 5:55 el PoW, a pesar de los serios problemas mecánicos con sus torretas, logra “encontrar el objetivo”: un proyectil de 356 mm. (14 pulgadas) de su quinta salva impacta el costado de babor de la proa del Bismarck y, sin estallar, sale por el otro lado en el costado de estribor. Este daño deja una abertura de un par de metros cuadrados en la proa del Bismarck, la cual comienza a inundarse con agua de mar impulsada por el movimiento del navío. Sin embargo el Bismarck es un acorazado de cincuenta mil toneladas y un daño así en medio del combate es apenas perceptible. Obviamente el PoW logra este impacto debido a que dispara sin ser, a su vez, objeto de fuego por parte de los alemanes que están concentrados con el Hood.

El Hood continúa disparando sus salvas sin lograr encontrar blanco cuando, a las 5:56 de la mañana, el Prinz Eugen impacta por primera vez al crucero de batalla británico. Un proyectil de 8 pulgadas desciende entre la segunda chimenea y el mástil principal iniciando un peligroso incendio en la cubierta de botes del navío. Ahora bien, en esa cubierta es donde se encuentran los lanzadores de cohetes UP y, por tanto, donde se almacenan las municiones de estos en armarios abiertos. El impacto del proyectil del Prinz Eugen provoca una reacción en cadena haciendo explotar estas municiones. Según uno de los únicos tres sobrevivientes del Hood, el marino Bob Tilburn, la cubierta queda convertida en un infierno: el Hood se encuentra en medio del preciso fuego cruzado de la escuada alemana. En efecto, tanto el Primer Oficial de Artillería del Prinz Eugen, Teniente Capitán Paulus Jasper, como el famoso Primer Oficial de Artillería del Bismarck, Capitán de Corveta Adalbert Schneider, han logrado “rodear” al Hood después de tan sólo una o dos salvas. Ahora se afanan en destruir progresivamente a su portentoso enemigo.

El Prince of Wales arde en el centro y el Hood a la derecha, con los géiseres de una andanada de proyectiles brotando a su alrededor.

A las 5:57 el Hood es alcanzado dos veces más: un proyectil de 8 pulgadas del Prinz Eugen hace impacto en la base de la torre principal, conocida como Torre Mástil, precisamente en el cuarto de acceso a la misma donde se refugian del fuego enemigo unos 200 marineros. Todos mueren en el acto y el único testigo de esta masacre es el propio Tilburn, quien también ha observado los efectos del otro impacto. Un proyectil de 15 pulgadas del Bismarck alcanza al Hood en lo alto de la torre, en el Puesto de Observación, dejando el sistema de dirección de tiro del crucero de batalla ciego.

Aún así los británicos continúan abriendo fuego haciendo uso del control local de las torretas. La séptima salva del Hood y la novena del PoW siguen siendo, aún, primordialmente de las torretas de proa, pero ahora la de popa del PoW puede finalmente apuntar y dispara por vez primera. Un proyectil de esta salva del PoW impacta, de nuevo, contra el Bismarck y penetra debajo de la línea de flotación (y por debajo del cinturón de blindaje) en el compartimiento XIV y detona inofensivamente contra una mampara anti-torpedo.

En este momento interviene por primera vez Lütjens, quien concluye que no se le puede permitir al PoW seguir disparando sin ser contestado. Por tanto, Lütjens ordena, a las 5:58, al Prinz Eugen que cambie de objetivo y abra fuego contra el acorazado británico. A estas alturas el Bismarck y el Hood se encuentran dañados, llevándose el Hood la peor parte, pero ni el PoW ni el Prinz Eugen han sido tocados.

Ilustración del dramático hundimiento del HMS Hood.

La destrucción de Hood.

Por su parte, el Almirante Holland, a las 5:59 de la mañana, ordena una última corrección de 20 grados a babor pasando de 280 a 260 grados, con lo que abre aún más el arco de disparo de las torretas de popa de sus barcos. En el Hood los marineros observan con horror el dantesco espectáculo que se aprecia en la cubierta y la base de la Torre Mástil consecuencia de los impactos recibidos hasta entonces.

El efecto de las salvas del Bismarck sobre el Hood.

Son las 6:00 de la mañana. A esa hora el Bismarck dispara su quinta salva desde una distancia de 15.700 metros en secuencia: primero las torretas de proa y luego las de popa.

Al capitán del PoW, John Leach, quien en ese momento observa la acción desde su puente de mando, le parece ver cómo dos proyectiles del Bismarck caen un poco cortos, otro larga y, la última… mejor prestemos atención a su propio testimonio: “… se me formó la impresión de que en ese momento algo arribó a bordo del Hood en una posición justo adelante del mástil principal y ligeramente a estribor… de hecho me preguntaba cuál iba a ser el resultado [del impacto], y habían pasado uno o dos segundos después de que me formé esa impresión cuando una explosión tuvo lugar en el Hood, en esa misma posición del buque…”


Momento de la explosión del Hood.

Una columna de fuego se levanta en la zona del impacto envolviendo al Hood en lo que muchos califican como una explosión sin estruendo, algo más bien parecido a un pulso grave. Un proyectil de 15 pulgadas del Bismarck ha penetrado la peligrosamente delgada armadura de la cubierta del Hood en la zona adyacente al mástil principal. El proyectil ha detonado en la santabárbara donde se encuentran almacenadas ciento doce toneladas de cordita que, al explotar, han lanzado al aire un surtidor de fuego anaranjado de casi doscientos metros de altura. Cuando el humo resultante de la explosión ha comenzado a disiparse los tripulantes del PoW observan, desolados, cómo unos cien metros de la popa del Hood simplemente se han esfumado, en tanto un infierno de salvajes llamas blancas devoran la estructura restante del crucero de batalla, el orgullo de la Marina Real y el barco de guerra más grande del mundo hasta ese letal momento.

El HMS Hood se va a pique.  Fotografía obtenida desde el Prinz Eugen.

El superviviente más famoso del Hood, el marinero Ted Briggs, se encuentra en su puesto en la plataforma de señales, junto al puente de mando y, desde ese lugar privilegiado, ha podido presenciar los últimos momentos del Hood desde su propio “cerebro”. Según el testimonio de Briggs, después del estremecimiento inicial, producto directo de la explosión, el buque se ha inclinado hacia estribor, asustándolos a todos. Pero el giro se ha detenido y el buque se inclinado a continuación hacia babor. Todos respiran aliviados creyendo haberse salvado, pues ignoran que la mitad posterior del Hood ha desaparecido. Sin embargo el Hood no se ha equilibrado, sino que ha continuado escorándose hacia babor hasta alcanzar unos cuarenta y cinco grados. Todos saben entonces que el crucero de batalla está perdido, por lo que comienenzan a abandonar el puente con desesperación. El almirante Sir Lancelot E. Holland permanece impertérrito en su silla con el capitán Ralph Kerr a su lado, sin tratar de escapar a su suerte, estoicos e inmóviles, y ahí fue donde Briggs los ha visto por última vez antes de huir del puente. Briggs, tal como han hecho los otros dos supervivientes, los marineros William Dundas y Bob Tilburn, simplemente se “ha bajado” del Hood cuando la cubierta ha llegado al nivel del mar y se ha echado a nadar.

Todo esto ha sucedido en menos de tres minutos. Tres minutos y el Hood desaparece bajo las olas del Estrecho de Dinamarca con mil cuatrocientos quince de los mil cuatrocientos dieciocho hombres: sólo tres sobreviven.

Esta foto es la más conocida del acorazado Bismarck y también una de las más famosas de la Segunda Guerra Mundial. Tomada en la mañana de hoy desde el Prinz Eugen durante la Batalla del Estrecho de Dinamarca, entre las 0602 y las 0609. El Hood ya ha sido hundido y el Bismarck ha sido alcanzado en su proa. Las torres de popa del Bismarck "César" y "Dora" disparan sobre el Prince of Wales en una de las últimas salvas de la batalla. 

El HMS Prince of Wales huye y la batalla finaliza.

Una vez que el Hood ha sido hecho saltar por los aires, en gran parte gracias a su pericia, el Oficial Director de Tiro del Bismarck, Adalbert Schneider, corrige su enfilada hacia el PoW. Esto no resulta muy difícil puesto que éste seguía de cerca al destruido buque insignia de Holland, siendo mínimas las correcciones. Hasta ahora el PoW ha estado disparando libremente contra el Bismarck y logrado acertarle en un par de ocasiones; sin embargo eso ya no va a resultar tan fácil puesto que los ocho poderosos cañones de 15 pulgadas Krupp del Bismarck ya abren fuego sobre él.

A las 6:02 un proyectil del Bismarck “encuentra el objetivo” e impacta en el puente de mando del PoW y, aunque no explota, logra matar a todos los que ahí se encuentran menos al capitán Leach y a otro hombre. Leach logra recuperarse a tiempo y ordena a la tripulación del puente blindado que inicien una maniobra evasiva. Pero el castigo contra el PoW continúa, pues dos nuevos proyectiles de 15 pulgadas del Bismarck vuelven a “encontrar el objetivo”: una de ellas le “devuelve la cortesía” que el PoW le hizo al Bismarck cuando acertó al centro de su casco debajo de la línea de flotación logrando un impacto idéntico, mientras que la otra destruye el centro director de tiro de las baterías secundarias de 133 mm. El Prinz Eugen también comienza acertar disparos en el PoW, y uno de sus proyectiles de 8 pulgadas impacta también por debajo de la línea de flotación en la popa.


El Bismarck abre fuego contra el HMS Prince of Wales.

En ese momento hasta las baterías secundarias y hasta antiaéreas, del Prinz Eugen y las secundarias del Bismarck comienzan a abrir fuego contra el PoW.

El PoW, de haber continuado esta situación, pronto se habría convertido en una ruina flotante y ardiente que hubiera debido ser o abandonada o hundida por su propia tripulación para evitar que los alemanes la echaran a pique. Sin embargo varias cosas se han conjugado para salvar el día para Leach y su acorazado.

Primero la decisión del mismo Leach de abandonar el combate y, en su maniobra evasiva, lanzar una cortina de humo protegiéndose de sus perseguidores. Sin embargo la cortina de humo por sí sola no hubiese salvado al PoW de la ira de las baterías principales del Bismarck. Dos factores más se han presentado y marcado la diferencia: En primer lugar el avistamiento, por parte del Prinz Eugen, de dos estelas de torpedos, tal vez del Hood que contaba con tubos lanzatorpedos y que pudo haberlos disparado antes de hundirse. La alerta ha sido dada de inmediato y tanto el Prinz Eugen como el Bismarck han realizado una maniobra evasiva de emergencia evitando ser impactados. El Bismarck ha efectuado un viraje de 50 grados a estribor manteniendo un curso momentáneo de 270 grados, alejándose de su presa, el PoW, que navega con un rumbo de 160 grados.

Resumen de la batalla.

Aún así, los barcos alemanes aún tienen la oportunidad de regresar al combate y darle muerte al acorazado británico. Entonces se ha presentado el segundo factor. El almirante Günther Lütjens no ha dado la orden de reanudar la persecución, sino que ha permitido a sus navíos navegar hacia el oeste alejándose del maltrecho PoW. El capitán Lindemann del Bismarck entra, entonces, en desacuerdo con su Almirante pues solicita autorización para perseguir y hundir al PoW. Lütjens no lo permite pues se mantiene fiel a sus órdenes originales que le indican que su misión es hundir convoys y no entrar en combate con unidades de superficie enemigas a menos que sea en defensa propia. Esta posición, en definitiva, salva al PoW de una casi certera destrucción.

El HMS Prince of Wales, tras la batalla, evidencia los daños recibidos.  Obsérvese la superestructura chamuscada.

Así, el PoW y los navíos alemanes se alejan unos de los otros. En un lapso relativamente corto, de las 6:02 a las 6:04 el PoW ha recibido siete impactos por parte de las precisas baterías alemanas: tres veces por el Bismarck y cuatro por el Prinz Eugen. Ahora los cañones callan. La Batalla del Estrecho de Dinamarca ha finalizado.

Los ingleses, que han entrado al combate con una ventaja numérica abrumadora, han perdido un crucero de batalla y ha quedado dañado un acorazado; sus dos cruceros pesados, simplemente, no se han involucrado en el combate. Los alemanes han lograron atravesar el bloqueo del Estrecho de Dinamarca y salir al Atlántico dejando tras de sí una estela de destrucción.

Es lebe die Kriegsmarine!
Deutschland, Sieg Heil!


14 comentarios:

  1. EXELENTE PUBLICACION, ME HUBIERA GUSTADO ESTAR EN EL BISMARCK :)

    ResponderEliminar
  2. Epica la precision alemana.
    Menos mal que por sus mandos perdieron la guerra.

    ResponderEliminar
  3. Un episodio mítico de la guerra que todavía conmueve hoy a muchos. Resulta dramático que en el breve lapso de unos pocos días el Bismarck obtuviera esta gran victoria y fuera a su vez hundido.

    ResponderEliminar
  4. excelente narración, flicidades a quien se dio el tiempo de hacer esto!
    hay una novela acerca del Bismarck , yo compre el libro como en los 80´s y desgraciadamente no la tyengo y he querido conseguir el libro, es de editorial "...... vergara" si halguien lo consigue dejo mi correo club_astro_orion@hotmail.com
    y es la narracion de la batalla por uno de los sobrevivientes del Bismarck... vale la pena conseguirlo!!! gracias saludos!

    ResponderEliminar
  5. Muy buena la descripción del combate y me pregunto que habría pasado en la Historia Naval si el Bismarck fuera perseguido al Acorazado Príncipe de Gales y lo fuera hundido..... Como la suerte o el criterio de alguien o de lago cambia todo.

    ResponderEliminar
  6. Gracias, camarada. Aunque el Bismarck se hubiese alzado victorioso, lo cierto es que la superioridad naval de la Royal Navy era apabullante. Eso sí, de haber logrado irrumpir en el Atlántico, el Bismarck con toda seguridad habría causado estragos entre la flota mercante Aliada. El Scharnhorst y el Gneisenau durante la Operación Berlín que culminó el pasado mes de marzo destruyeron más de 20 mercantes con 100.000 toneladas, todo un éxito. El Bismarck y el Prinz Eugen habrían podido superar esa cifra y dado muchos quebraderos de cabeza a la Royal Navy, que habría desguarnecido otros teatro de operaciones.

    ResponderEliminar
  7. Dios undio al bismark dando capacidades sobrehumanas a esos pilotos y dando estupidez a sus mandos, sino el curso de la guerra hubiera tenido otro destino. saludos

    ResponderEliminar
  8. Hombre, tampoco es que el Bismarck hubiese podido alterar por sí solo el curso de la guerra, aunque hubiese enviado él solo a pique a cinco acorazados. ¡Quizás, si hubiese remontado el Volga hasta llegar al frente de Moscú, su aportación habría resultado decisiva durante Tifón!

    ResponderEliminar
  9. EXCELENTE ARTICULO, FELICITACIONES A SU AUTOR , SEGUID ADELANTE

    ANTONIO PIÑEIRO

    ResponderEliminar
  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La detallada narracion nos hace sentir como testigos de lo acontecido en esta confrontacion naval, felicitaciones y agradecimiento al autor.

      Eliminar
    2. Está magníficamente relatado, extraordinaria la dirección de tiro de los barcos alemanes, increíble que el almirante Lutjens no haya autorizado la destrucción del POW.Seguramente se habrá arrepentido

      Eliminar