¡Pueblo Alemán! ¡Nacionalsocialistas!
Por fin ha llegado la hora de que yo, sometido a grandes preocupaciones y sentenciado a permanecer en silencio durante meses, hable abiertamente.
Cuando, el 3 de septiembre de 1939, el Reich Alemán recibió la declaración de guerra inglesa, los británicos intentaron mermar la consolidación y el ascenso de Europa combatiendo contra la más poderosa potencia del continente. Así es cómo Inglaterra destruyó una vez a España a lo largo de muchas guerras. Así es cómo llevó a cabo la guerra contra Holanda. Así es cómo, con la ayuda de toda Europa, combatió más tarde a Francia. Y así es cómo, en la vuelta del siglo, comenzó el asedio al Reich Alemán y entonces, en el año 1914, inició la Guerra Mundial.
Fue sólo por su discordia interna que Alemania cayó derrotada en el año 1918. Lo que siguió a continuación fue terrible. En primer lugar, ellos declararon hipócritamente que sólo estaban luchando por el Kaiser y su régimen. Después, tras la rendición del Ejército Alemán, comenzó la destrucción sistemática del Reich Alemán. Mientras que las profecías de un hombre de estado francés de que en Alemania había un excedente de veinte millones de personas, es decir, de gente que debía ser eliminada a través del hambre, la enfermedad o la emigración, parecían convertirse en una realidad literal, el movimiento Nacionalsocialista comenzó su tarea de unificar al Pueblo Alemán y por ende iniciar el ascenso del Reich.
El nuevo levantamiento de nuestro Pueblo por encima de la necesidad, la miseria y el vergonzoso desprecio fue un signo de un renacimiento puramente interno. Inglaterra, en particular, no se vio molestada ni amenazada por esto. A pesar de ello, una nueva política de asedio, preñada de odio, se estableció de inmediato contra Alemania. En casa y en el extranjero, tuvo lugar la bien conocida conspiración entre judíos y demócratas, bolcheviques y reaccionarios, con el único objetivo de impedir el establecimiento de un nuevo estado social alemán y de sumergir al Reich de nuevo en la impotencia y la misera.
Además de a nosotros, el odio de esta conspiración mundial e internacional tuvo como objetivo a aquellos pueblos a quienes la fortuna había dejado de lado y que se veían obligados a ganarse el pan de cada día en una dura lucha por la existencia. A Italia y Japón en especial se les negó su parte en los bienes de esta tierra, al igual que a Alemania. La alianza de estas naciones, por lo tanto, fue sólo un acto de defensa propia a la vista de la amenazadora y egoísta coalición internacional de riqueza y poder.
En 1936, Churchill declaró, de acuerdo con las declaraciones del General norteamericano Wood ante un comité de la Casa Americana de Representantes, que Alemania de nuevo se estaba volviendo demasiado poderosa y que en consecuencia tenía que ser destruida.
En el verano de 1939, Inglaterra pensó que había llegado el momento de efectuar la nueva destrucción mediante la repetición de una política global de asedio dirigida contra Alemania. El método de la campaña de mentiras urdida con este propósito era declarar a otros pueblos amenazados, atraparlos con garantías británicas y promesas de apoyo y entonces, de la misma manera que durante la Guerra Mundial, dejarles a ellas marchar contra Alemania.
Y así fue que Inglaterra, desde mayo hasta agosto de 1939, tuvo éxito en propalar la idea de que Lituania, Estonia, Letonia, Finlandia, Besarabia, así como Ucrania, estaban siendo amenazadas directamente por Alemania. De ese modo, algunos de estos estados fueron seducidos a aceptar las garantías que iban a unidas a estas declaraciones, y se unieron al nuevo frente de cerco contra Alemania.
Bajo esas circunstancias, creí, ante mi conciencia y la historia del Pueblo Alemán, que no sólo podía asegurar a estos estados, es decir, gobiernos, la falsedad de las afirmaciones británicas, sino también calmar a la más poderosa potencia del Este realizando solemnes declaraciones de nuestros respectivos intereses.
El Führer con los Duques de Windsor, demostrando su disposición a la paz con el pueblo británico.
Rusia hunde a los pueblos en el caos, la miseria y el hambre.
¡Nacionalsocialistas!
Probablemente todos vosotros sintiérais que este paso fue amargo y difícil para mí. Nunca ha albergado el Pueblo Alemán sentimientos de animosidad contra el pueblo de Rusia. Lamentablemente, los gobernantes judeo-bolcheviques han trabajado desde Moscú para incendiar no sólo Alemania, sino toda Europa. Alemania nunca ha intentado llevar su ideología Nacionalsocialista a Rusia. Sin embargo, los gobernantes judeo-bolcheviques han recurrido constantemente a la fuerza para ejercer su dominio sobre nuestro pueblo y también contra otros pueblos de Europa, y no sólo ideológicamente, sino especialmente en términos de fuerza y potencia militar. En todos los países, las consecuencias de las actividades de este régimen fueron el caos, la miseria y la hambruna.
En constraste, yo me he esforzado durante las últimas dos décadas en lograr un nuevo orden Nacionalsocialista en Alemania con un mínimo de intervención y sin destruir nuestra capacidad productiva, un nuevo orden socialista que no sólo eliminó el desempleo, sino que de manera creciente dejó que el beneficio del trabajo redundase en el trabajador.
Los éxitos de la política de un nuevo orden económico y social para nuestro Pueblo, la superación sistemática de las diferencias sociales y distinción de clases, no tienen paralelo en el mundo.
En consecuencia, en agosto de 1939, a pesar de grandes recelos, envié a mi Ministro de Asuntos Exteriores a Moscú para intentar contrarrestar ahí la política de cerco británica contra Alemania. Hice esto sólo por mi sentido de responsabilidad hacia el pueblo alemán y, sobre todo, con la esperanza de conseguir un acuerdo duradero y, quizás, de reducir los sacrificios que de otro modo se nos podrían exigir.
Y entonces, después de que Alemania declarase en Moscú que las áreas y países mencionados antes se encontraban fuera de la esfera de influencia alemana –con la excepción de Lituania- se concluyó un acuerdo especial en el caso de que Inglaterra tuviera éxito en arrastrar a Polonia a la guerra contra Alemania. Aquí, también, las demandas alemanas eran limitadas y no guardaban relación con los logros de las armas alemanas.
Los mayores sacrificios para llegar a un acuerdo con Rusia.
¡Nacionalsocialistas!
¡Nacionalsocialistas!
Las consecuencias de este tratado, que yo deseé en interés del Pueblo Alemán, fueron muy duras para los alemanes que residían en los países implicados.
Más de medio millón de Compatriotas (Volksgenossen) alemanes –todos pequeños granjeros, artesanos y obreros, fueron obligados, prácticamente de un día a otro, a abandonar sus antiguos hogares para escapar de un nuevo régimen, que al principio los amenazaba con la miseria infinita y, más tarde o más temprano, con el completo exterminio. A pesar de esto, ¡miles de alemanes desaparecieron! Resulta imposible saber qué les ocurrió o dónde se encuentran ahora. Entre ellos se encuentran 160 hombres con ciudadanía alemana.
¡Permanecí en silencio acerca de todo esto porque tenía que permanecer en silencio! Después de todo, era mi deseo conseguir un acuerdo satisfactorio y, si fuera posible, un pacto duradero con este estado.
Sin embargo, tan pronto como avanzamos hacia el interior de Polonia, los gobernantes soviéticos de repente reclamaron Lituania en violación del tratado. El Reich Alemán nunca trató de ocupar Lituania. No sólo no impuso dicha exigencia sobre el gobierno lituano- al contrario, incluso desestimó una petición del gobierno lituano de aquel entonces de enviar tropas alemanas a Lituania para esa propósito, dado que esto no se adecuaba a los objetivos de la política alemana. A pesar de esto, cedí a esta nueva demanda rusa. Sin embargo, esto era sólo el principio de una serie de nuevas y constantes extorsiones, que desde entonces se han repetido una y otra vez. La victoria en Polonia, asegurada exclusivamente por tropas alemanas, me indujo a dirigir una nueva oferta de paz a las potencias occidentales. Fue rechazada por culpa de los belicistas judíos internacionales.
Ya en aquel momento, la causa de este rechazo fue que Inglaterra todavía estaba esperando movilizar contra Alemania a una coalición europea, incluido los Balcanes y la Rusia Soviética. Y así fue que decidieron en Londres enviar al Embajador Cripps a Moscú. Él recibió precisas instrucciones de retomar las relaciones diplomáticas con la Rusia Soviética y desarrollarlas en el interés de Inglaterra. La prensa inglesa informaba del progreso de esta misión a medida que las razones tácticas lo requerían.
En el otoño de 1939 y la primavera de 1940, las primeras consecuencias se hicieron aparentes. Mientras que Rusia se dedicaba a someter militarmente no sólo a Finlandia, sinto también a los estados bálticos, de pronto trató de justificar sus actos con la mendaz y ridícula aseveración de que tenía que proteger a estos países de, es decir, para evitar, una amenaza externa. Ninguna otra potencia salvo Alemania podía adentrarse en estas zonas a lo largo del Mar Báltico o llevar la guerra allí. A pesar de esto, hubo de permanecer en silencia. Pero los poderes gobernantes del Kremlin de inmediato fueron un paso más allá.
Mientras, en la primavera de 1940, Alemania retiraba sus fuerzas armadas muy por detrás de la frontera oriental según el espíritu del así llamado Pacto de Amistad, con lo que virtualmente despejaba de tropas alemanas estas áreas, las fuerzas rusas inmediatamente comenzaron a desplegarse a una escala tal que sólo podía entenderse como una amenaza deliberada hacia Alemania.
De acuerdo con una declaración personal efectuada por Molotov en el momento, veintidós divisiones rusas se encontraban en el interior de los estados bálticos solamente. Dado que el gobierno ruso siempre mantenía que su entrada había sido reclamada por la población local, el propósito de su presencia allí sólo podía ser una maniobra contra Alemania. Mientras –desde el 10 de mayo de 1940 en adelante- nuestros soldados rompían la resistencia anglo-francesa en el Este, la concentración rusa a lo largo de nuestro frente oriental continuó a un ritmo peligrosamente creciente.
La realidad de la amenaza roja que se cierne sobre Europa. Ilustración de la revista Signal.
Los propósitos anglo-soviéticos.
A partir de agosto de 1940, por lo tanto, creí que, en el interés del Reich, no podía dejar por más tiempo a nuestras provincias orientales, que tan a menudo se han visto devastadas en el pasado, desprotegidas de esta colosal concentración de divisiones bolcheviques.
A partir de agosto de 1940, por lo tanto, creí que, en el interés del Reich, no podía dejar por más tiempo a nuestras provincias orientales, que tan a menudo se han visto devastadas en el pasado, desprotegidas de esta colosal concentración de divisiones bolcheviques.
Esto provocó aquello a lo que había estado apuntando la cooperación anglo-soviética, a saber, retener poderosas fuerzas alemanas en el este, para que, en especial en términos de la guerra áerea, no le resultase posible al liderazgo alemán concluir la guerra en el oeste.
Esto no fue sólo el objetivo de la política británica, sino también de la soviética. Tanto Inglaterra como la Rusia Soviética pretenden que esta guerra dure el mayor tiempo posible para debilitar Europa y volver cada vez más impotente.
El alarmante ataque ruso sobre Rumanía a la larga sirvió al propósito de hacerse con un importante elemento de la vida económica no sólo de Alemania, sino también de toda Europa y, posiblemente, destruirlo. Sin embargo, fue el Reich Alemán quien, desde el año 1933 en adelante, se esforzó con infinita paciencia en ganarse a los estados del sudeste de Europa como socios comerciales. Por la tanto, teníamos el mayor interés en su consolidación y orden interno y gubernamental. La invasión rusa de Rumanía y los vínculos políticos de Grecia con Inglaterra amenazaron con convertir a estas zonas en breve tiempo en un nuevo teatro de guerra.
Contrariamente a nuestros principios y costumbres, en aquel momento dirigí una misiva urgente al gobierno rumano, que en sí mismo era responsable de este desarrollo de los acontecimientos, y le aconsejé ceder a la extorsión soviética por el bien de la paz y cederla a Besarabia.
El gobierno rumano creyó que podía tolerar esto ante su propio pueblo sólo si Alemania e Italia garantizaban que la futura existencia del resto de su país no se veía comprometida. Hice esto con gran tristeza. Porque, después de todo, si el Reich Alemán da su garantía, esto significa que responderá a ella. No somos ingleses ni judíos.
De ese modo creí haber prestado un servicio a la paz en estas zonas prácticamente en el último segundo, incluso si esto suponía asumir yo mismo una gran responsabilidad. Para resolver estos problemas y aclarar la actitud rusa hacia el Reich, así como bajo la presión de la creciente movilización a largo de nuestras fronteras orientales, invité al Señor Molotov a Berlín.
Las cuatro preguntas de Molotov.
Entonces, el Ministro de Asuntos Exteriores Soviético exigió una aclaración por parte de Alemania, es decir, una respuesta a las siguientes cuatro preguntas:
Entonces, el Ministro de Asuntos Exteriores Soviético exigió una aclaración por parte de Alemania, es decir, una respuesta a las siguientes cuatro preguntas:
Primera pregunta de Molotov:
En el caso de un ataque soviético sobre Rumanía, ¿será dirigida la garantía alemana contra la Rusia Soviética?
Mi respuesta:
La garantía alemana es general y absolutamente vinculante para nosotros. Rusia nunca nos ha informado de que, aparte de Besarabia, tenga ningún interés en Rumanía. La ocupación del Bukovina del Norte ya ha violado este compromiso. Por lo tanto, no creo que Rusia podría de pronto tener nuevas intenciones contra Rumanía.
Segunda pregunta de Molotov:
Rusia de nuevo se siente amenazada por Finlandia. Rusia está decidida a no tolerar esto. ¿Está dispuesta Alemania a no ayudar a Finlandia en ningún modo y, en particular, en retirar de inmediato las tropas alemanas que están marchando a través de ellas de vuelta a Kirkenes?
Mi respuesta:
Al igual que antes, Alemania no tiene intereses políticos en Finlandia. El Gobierno del Reich Alemán no puede tolerar una nueva guerra por parte de Rusia contra el pequeño pueblo finlandés, sobre todo porque no podemos creer que Finlandia esté amenazando a Rusia. Sin embargo, no deseamos que el Mar Báltico se convierta de nuevo en un teatro de guerra.
Tercera pregunta de Molotov:
¿Está dispuesta Alemania a permitir que la Rusia Soviética extienda una garantía a Bulgaria y envíe tropas soviéticas al interior de Bulgaria con este propósito? Él, Molotov, también querría declarar, por ejemplo, que los soviéticos no tienen intención de eliminar al rey en esta ocasión.
Mi respuesta:
Bulgaria es un estado soberano y desconozco si, al contrario que Rumanía, Bulgaria siquiera ha reclamado de la Rusia Soviética dicha garantía. Además, tendré que hablar con mis aliados sobre este asunto.
Cuarta pregunta de Molotov:
La Rusia Soviética de cualquier modo necesita libre tránsito a través de los Dardanelos. Para protegerlo, Rusia precisa ocupar fortalezas a lo largo de los Dardanelos, es decir, en el Bósforo. ¿Estará Alemania de acuerdo con esto o no?
My respuesta:
Alemania está preparada par dar su consentimiento en cualquier momento a un cambio en el estado de Montreux a favor de los estados de Mar Negro. Alemania no está dispuesta a que Rusia tome posesión de bases a lo largo de los estrechos.
¡Nacionalsocialistas!
Adopté aquí la actitud que hube de adoptar no sólo como el Führer del Reich Alemán, sino también como representante de la cultura y la civilización europea. La consecuencia fue un refuerzo de las actividades soviéticas dirigidas contra el Reich, en particular el inmediato comienzo de las actividades subversivas dentro del nuevo estado rumano y el intento de derrocar al gobierno búlgaro a base de propaganda.
Rusia y Gran Bretaña provocaron los golpes de estado de Rumanía y Yugoslavia.
Con la ayuda de los ingenuos y confusos jefes de la Legión Rumana, se llevó a cabo un golpe de estado en Rumanía con el objetivo de derribar al jefe de estado, el General Antonescu, y sembrar el caos en el país de modo que la eliminación de la autoridad legítima acabase con las premisas para que la garantía alemana tuviese efecto.
Con la ayuda de los ingenuos y confusos jefes de la Legión Rumana, se llevó a cabo un golpe de estado en Rumanía con el objetivo de derribar al jefe de estado, el General Antonescu, y sembrar el caos en el país de modo que la eliminación de la autoridad legítima acabase con las premisas para que la garantía alemana tuviese efecto.
A pesar de esto, todavía creía que era mejor permanecer en silencio. Inmediatamente después del fracaso de esta empresa, tuvo lugar un nuevo refuerzo de la concentración de tropas rusas a lo largo de la frontera oriental de Alemania. Unidades blindadas y tropas paracaidistas fueron trasladadas en números crecientes y de manera alarmante muy cerca de la frontera alemana. La Wehrmacht alemana y la patria alemana saben que, sólo hace unas pocas semanas, ni una sola división Panzer o motorizadas se encontraba sobre nuestra frontera oriental.
El Führer examina la situación con su privilegiado ojo crítico.
Si hubiese habido la necesidad de tener una prueba concluyente acerca de la coalición entre Inglaterra y la Rusia Soviética, que había estado entreviéndose entretanto a pesar de todos los señuelos y disfraces, entonces el conflicto yugoslavo habría servido como tal. Mientras me esforzaba en realizar una última intentona para pacificar los Balcanes y, con la comprensiva cooperación del Duce, invitaba a Yugoslavia a adherirse al Pacto Tripartito, Inglaterra y la Rusia Soviética trabajaban juntas para organizar el revuelo que de un día a otro derrocó al gobierno que estaba dispuesto a negociar.
Hoy se le puede decir al Pueblo Alemán que el golpe de estado serbio contra Alemania tuvo lugar no sólo bajo la bandera inglesa, sino también y esencialmente, bajo la soviética. Dado que una vez más permanecí en silencio en torno a esta asunto, el liderazgo soviético fue un paso más lejos. No sólo organizó el putsch serbio, sino que también, tan sólo unos días más tarde, concluyó el sobradamente conocido Pacto de Amistad con sus nuevas criaturas serviles. Esto tenía la intención de animar a los serbios a resistirse a la pacificación de los Balcanes y aguijonearlos contra Alemania.
Y esto no fue una ambición platónica. Moscú exigió la movilización del Ejército Serbio.
Dado que todavía creía que era mejor no hablar, los poderes gobernantes del Kremlin todavía fueron un paso más allá: el Gobierno del Reich Alemán posee a día de hoy documentos que demuestran que Rusia, para inmiscuir a Serbia en la lucha, prometió entregarles armas, aviones, municiones y otro material bélico a través de Salónica.
Y esto ocurría exactamente en el mismo preciso momento en que le daba al Ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Matsuoka, el consejo de llegar a un acuerdo con Rusia, siempre con la esperanza de rendirle un servicio a la paz.
Tan sólo la rápida penetración hasta Skopje y la toma de Salónica por parte de nuestras incomparables divisiones impidieron las ambiciones de esta conspiración Soviético-Anglosajona. Los oficiales de la fuerza aérea serbia escaparon a Rusia y fueron recibidos allí con los brazos abiertos como aliados.
Tan sólo la victoria de las potencias del Eje en los Balcanes impidió el plan de implicar a Alemania en una guerra en el sureste durante meses hasta el final de este verano mientras, entretanto, la concentración de ejércitos soviéticos se completaba, su preparación para la batalla se reforzaba y entonces, junto con Inglaterra y apoyados por las esperadas entregas de material norteamericano, Rusia estrangulaba y finalmente aplastaba al Reich Alemán y a Italia. Mediante esto, Moscú no sólo violó los puntos estipulados en nuestro Pacto de Amistad, sino que también traicionó a este pacto de la manera más deplorable. Y todo ello, mientras los poderes gobernantes del Kremlin, al igual que en caso de Filandia y Rumanía, hablaban hipócritamente en el extranjero de paz y de amistad.
La Operación Barbarroja ha sido planeada en conferencias militares de alto nivel como ésta que tuvo lugar en el Berghof.
Los rusos han violado las fronteras alemana y rumana. Ciento sesenta divisiones rusas.
Si, previamente, las circunstancias me habían obligado a permanecer en silencio una y otra vez, había llegado la hora en que limitarse continuamente a sentarse y observar sería no ya un pecado de omisión, sino un crimen contra el Pueblo Alemán y sí, contra toda Europa.
Hoy, aproximadamente ciento sesenta divisiones rusas se agolpan sobre nuestra frontera. Durante semanas ha habido persistentes violaciones de esta frontera no sólo aquí abajo, sino también en el lejano norte, así como en Rumanía. Los pilotos rusos se divierten volando frívolamente sobre el terreno que se extiende más allá de estas fronteras, quizás para demostrarnos que ya se sienten los dueños de estos territorios. Durante la noche del 17 al 18 de junio, patrullas rusas efectuaron vuelos de reconocimiento sobre territorio alemán y sólo pudieron ser repelidas tras un largo intercambio de fuego.
Por lo tanto, ha llegado la hora en que se ha hecho necesario oponerse esta conspiración de belicistas judeo-anglosajones e igualmente a los poderes gobernantes judíos en la estación de control de Moscú.
El más formidable frente que registra la Historia.
¡Pueblo Alemán! En este momento, la mayor concentración de tropas que el mundo jamás ha visto en términos de alcance y dimensiones está teniendo lugar. Codo a codo con los camaradas finlandeses, los victoriosos soldados de Narvik han sido desplegados en el Océano Ártico. Divisiones alemanas al mando del conquistador de Noruega protegen el suelo finlandés al lado de los heroicos luchadores por la libertad finlandeses a las órdenes de su Mariscal. Las formaciones del frente alemán en el este alcanzan desde Prusia Oriental hasta las Montañas del Cárpatos. Sobre las orillas del río Pruth, el curso inferior del Danubio hasta las costas del Mar Negro, soldados alemanes y rumanos se unen a las órdenes del General Antonescu.
La misión de este frente, por lo tanto, ya no es la protección de los países individuales, sino la seguridad de Europa y, por ende, la salvación de todos. Hoy, me he decidido a depositar el destino y el futuro del Reich alemán y de nuestro Pueblo de nuevo en las manos de nuestros soldados.
La lucha por el destino de Europa.
¡Soldados alemanes! Por la presente iniciáis una batalla muy dura, cargada de responsabilidad, dado que el destino de Europa, el futuro del Reich Alemán y la existencia de nuestro Pueblo reside ahora sólo en vuestras manos.
¡Que el Señor Todopoderoso nos ayude especialmente en esta batalla!
Adolf Hitler.
Con este texto, ya entiendo totalmente el motivo de la operación barbarroja, Gracias por compartir el texto
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