Camaradas,
Hoy es un día triste para el Reich. Su último Kaiser, Wilhelm II, ha fallecido en Doorn, Holanda, a la edad de 82 años. El Destino no le va a permitir ser testigo de la victoria final de Alemania, que él mismo tuvo entre sus manos en 1918, antes de que los enemigos situados en la retaguardia traicionasen al Segundo Reich y propiciasen su derrota. El Führer ha enviado un telegrama de condolencia a la viuda y al Príncipe Heredero y nombrado una guardia de honor para que asista al funeral, que tendrá lugar el próximo 9 de junio en el mismo Doorn.
Friedrich Wilhelm Viktor Albert de Hohenzollern, nació en Berlín el 27 de enero de 1859, hijo del Príncipe Friedrich Wilhelm (Friedrich III) y su esposa la Princesa Real Victoria Adelaide Mary Louise, quien a su vez era hija de la Reina Victoria de Gran Bretaña.
Wilhelm II, de niño, con su padre. En todas las fotografías que se conservan de él, se ha procurado disimular la tara física en su brazo izquierdo. Obsérvese en las fotografías de este artículo, cómo siempre su brazo izquierdo aparece oculto, tapado, o sujeto de alguna manera.
Llamado Willie en el entorno familiar, por complicaciones en el parto nació con el brazo izquierdo lisiado, lo que fue ocultado hábilmente en todas las fotografías que se le tomaron. Asumió el trono en 1888, cuando murió su abuelo el Kaiser Wilhelm I y su padre, Friedrich III, lo sucedió de manera efímera por sufrir un cáncer de garganta, enfermedad que lo llevó a la muerte tres meses después de la muerte de su abuelo.
Wilhelm II, se sentía muy a gusto rodeado de militares y le satisfacía enormemente lucir todos sus uniformes, sin embargo, no se le puede acusar de haber comenzado la guerra, siendo víctima, una vez más, de la conspiración urdida por las plutocracias, con Gran Bretaña al frente. Inocentemente, en su afán de preservar la seguridad del Imperio Austro-Húngaro, el Reich del Kaiser fue arrastrado hacia un conflicto que nunca deseó. Poco ducho en las tareas militares, progresivamente fue perdiendo el poder a manos de los Generales Paul von Hindenburg y Erich Luddendorf, convirtiéndose el Reich en una dictadura militar de facto que, aún así, no fue inmune a las conspiraciones de la retaguardia. Finalmente, al concluir la Gran Guerra, el Kaiser Wilhelm fue obligado a abdicar por exigencia del Tratado de Versalles.
Finalmente, se exilió en Holanda, donde murió su esposa la Emperatriz Augusta Victoria Duquesa de Schleswig-Holstein y contrajo matrimonio con Herminia Reuss zu Greiz, viuda del Príncipe Reuss, quien simpatizaba con el Nacionalsocialismo y admiraba a Adolf Hitler. Ella fue quien invitó varias veces a Göring a Holanda para que visitara al Kaiser antes de la guerra. En 1926 Wilhelm publicó dos autobiografías, "Memorias 1878-1918" y "Mi Vida Temprana".
De ideas monárquicas y conservadoras, su postura hacia el Nacionalsocialismo anduvo oscilando entre el amor y el odio. Así, a principios de los años treinta, con el imparable ascenso del Nacionalsocialismo de Adolf Hitler, Wilhelm albergó la esperanza de que los éxitos del NSDAP estimulasen el interés en el resurgimiento de la monarquía. Su segunda mujer, intermedió de manera activa a favor de su marido ante el Gobierno Nacionalsocialista. Sin embargo, el Führer no podía olvidar la culpa que había tenido la Casa Real Alemana en la derrota de 1918, al dejarse engatusar por los conspiradores de la retaguardia y aceptar el humillante armisticio, por lo que la restauración de la monarquía alemana no fue posible. Esto despertó los recelos del Kaiser hacia el Führer y Nacionalsocialismo, llegando incluso a hacer declaraciones en su contra tras los sucesos acaecidos durante la Noche de los Cuchillos Largos en junio de 1934 y la Noche de los Cristales Rotos en noviembre de 1938. El Führer, consciente de la importancia del Kaiser para la Historia de Alemania, nunca se lo tuvo en cuenta.
De hecho, la postura oficial del Kaiser Wilhelm y de la Casa Real de Hehenzollern fue siempre de adhesión hacia el Tercer Reich. Así, al término de la Campaña de Polonia de septiembre de 1939, el adjunto de Wilhelm, el General von Dommes, escribió al Führer de parte del Kaiser afirmando que la Casa Real “permanecía leal” y señalaba que nueve príncipes prusianos (un hijo y ocho nietos de Wilhelm) se encontraban en el frente, concluyendo que “debido a las especiales circunstancias que requieren su residencia dentro de un país neutral extranjero, su Majestad debe declinar formular de manera personal el comentario anterior. Por lo tanto, el Kaiser me ha encargado la comunicación.” Wilhelm permaneció en regular contacto con el Führer a través del General von Dommes, quien representaba a la Familia Real en Alemania.
Cuando las fuerzas alemanas invadieron Holanda, el gobierno británico le ofreció a Guillermo asilo en Londres. El Kaiser agradeció la ironía británica, considerando que al finalizar la Primera Guerra los Aliados lo habían acusado de ser un criminal de guerra, aunque les agradeció el "amable ofrecimiento." Por otro lado, también rechazó la invitación que el Führer le hizo para que se retirara en cualquier lugar de Alemania que escogiera. A pesar de ello, el Kaiser Wilhelm ha contemplado con gran admiración los éxitos militares que ha obrado el Führer, llegando a enviarle un telegrama personal con motivo de la caída de París, con el siguiente contenido: “Felicidades, usted ha ganado usando mis tropas.” Sin embargo, tras la conclusión de la Campaña en el Oeste, y por motivos de salud, el anciano Wilhelm se retiró por completo de la vida pública.
El Kaiser, en el ocaso de su vida.
Durante su último año en Doorn, Wilhelm ha expresado en sus escritos y cartas su convencimiento de que Alemania es la tierra de la monarquía y por lo tanto de Cristo y que Inglaterra es la tierra del liberalismo y por tanto de Satán y del Anti-Cristo. Ha argumentado que las clases dominantes inglesas son “Masones concienzudamente infectados por Juda.” Wilhelm ha afirmado que el “pueblo británico debe ser liberado del Anticristo Juda. Debemos expulsar a Juda de Inglaterra de la misma manera que ha sido expulsado del Continente.” Según Wilhelm, y para la satisfacción del Führer, los masones y los judíos son los causantes de las dos guerras mundiales, que pretenden conseguir un imperio judío mundial mediante el oro británico y norteamericano, pero que “el plan de Juda ha quedado roto en pedazos y ellos mismos barridos del Continente Europeo.” La Europa Continental está, ahora, “consolidándose y alejándose de las influencias británicas después de la eliminación de los británicos y de los judíos.” El resultado final será unos “Estados Unidos de Europa”. En una carta a su hermana la Princesa Margarita fechada en 1940, Wilhelm escribió: “la mano de Dios está creando un nuevo mundo y obrando milagros… Nos estamos convirtiendo en los Estados Unidos de Europa bajo un liderazgo alemán, un Continente Europeo unido.” Después, añadió: “Los judíos están siendo expulsados de sus viles posiciones en todos los países a los que han conducido hacia la hostilidad durante siglos.”
Con su muerte desaparece, por tanto, un importante pedazo de la Historia de Alemania. Al Führer le habría gustado que su cadáver hubiese sido traído a Alemania para dispensarle un gran funeral. Sin embargo, el Kaiser había puesto como condición en su testamento que, si no regresaba a Alemania como Emperador antes de su muerte, deseaba ser enterrado en su exilio en el Door Haus. El Führer ha respetado su decisión y ha encargado al Comisario del Reich de los Territorios Holandeses Ocupados, Arthur Seyss-Inquart, que deposite una gran corona de flores sobre la tumba del Kaiser de su parte.
Kaiser Friedrich Wilhelm von Hohenzollern, ruhe in Frieden!
Es lebe Deutschland!
contrariamente a lo que se pensaba, Hitler lo despreciaba por permitir la derrota de Alemania siendo un voluntario austriaco. Las relaciones del III Reich con la familia real alemana solo fueron formales. No fue como Italia donde el Duce protegió los intereses del rey
ResponderEliminarVíctor Manuel III, que lo nombró primer ministro. él en agradecimiento es nombrado con el rimbombante título de "emperador de Etiopía".
Es cierto que en la intimidad lo despreciaba, al igual que a toda la aristocracia alemana a la que consideraba culpable de la derrota. Eso sí, de cara al público procuraba que quedase bien claro que él era el heredero político del Kaiser y que tenía el beneplácito de las más rancias tradiciones prusianas.
ResponderEliminarEl caso de Victor Manuel III es bastante interesante -entrega la dirección de Italia a Mussolini, en 1943 se la arrebata y más tarde él mismo recibe una patada en el culo- y demuestra el delicado papel de las monarquías, que pueden ponerse la soga al cuello si deciden decantarse por un caballo perdedor en el delicado juego de la Historia.
Tras la II guerra mundial muchas monarquías cayeron como las de Europa oriental: el mini zar de Bulgaria, los monarcas bávaros de Rumanía y el extraño feudo de los Hasburgo en Hungría. También destruyó lo que quedaba del sueño de los rusos blancos por crear un imperio Romanov en Yugoslavia. Los Saboya fueron expulsados por un referéndum. Solo se salvo Grecia, cuyo régimen monárquico fue salvado por loa británicos de los guerrilleros comunistas. Quizás una nueva guerra de gran escala destruya a la monarquía como sistema político sea absoluta o constitucional.
ResponderEliminarLos reyes hoy día sirven de adorno diplomático. A los Presidentes y Primer Ministros se los desprecia y se los olvida, pero a los monarcas se los respeta, lo que no deja de ser curioso. La monarquía como tal ha desaparecido de facto. No creo que ni haga falta una guerra para que caigan coronas. Bastaría con algún escándalo (sexual o de dinero). En cualquier caso, los países que conservan reyes prefieren mantenerlos por pura y simple cuestión de propaganda.
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