Camaradas,
En la costa norte de Lago Ilmen, justo en frente de Staraya Russa, se alza la disputada ciudad de Novgorod, conocida como “la Dorada.” Ahí, en el punto de foco original de la ofensiva alemana contra Leningrado, en el extremo sur de las defensas de Leningrado, el Mando Alemán ha estado semanas tratando de perforar las líneas soviéticas para alcanzar Chudovo, un nudo ferroviario sobre la línea Leningrado-Moscú. En Chudovo la vía de ferrocarril de Murmansk, descendiendo desde el Mar Ártico, se adentra en el denominado ferrocarril de Octubre. A lo largo de esta arteria discurrirán los suministros y la ayuda que los Aliados se disponen a enviar por barco a Murmansk: los suministros británicos y, sobre todo, los tanques, camiones, víveres, municiones y aviones norteamericanos para todo el frente soviético desde el Báltico al Mar Negro.
Los Landser se dirigen a sus puestos de combate.
Durante la noche del 9 de agosto, una noche clara y estrellada de verano, las divisiones del I Cuerpo de Prusia Oriental se desplazaron en silencio hasta sus posiciones de partida para la ofensiva a lo largo del amplio y pantanoso Río Mshaga. Finalmente se iba a dar la vuelta a la piedra angular de las defensas de Leningrado.
La infantería alemana en la orilla del Mshaga.
El peso final del ataque recayó en la 21ª División de Infantería del General Spon-Heimer que, reforzado con el 424º Regimiento de la 126ª División de Infantería, debía avanzar a lo largo de la fortificada carretera principal hacia Novgorod. El terreno era pésimo incluso para la infantería. Ciénagas, espesa maleza y numerosos riachuelos y ríos dificultaban los movimientos. Los soviéticos, además, habían convertido toda la zona en una fortaleza: había casamatas, campos de minas, nidos de ametralladora y posiciones de mortero bloqueando las pocas carreteras y caminos que discurrían a través del terreno pantanoso.
Bajo la gris luz del amanecer, formaciones de VIII Cuerpo Aéreo despegaron de sus bases y a partir de las 04:00 horas dejaron caer sus bombas sobre las posiciones enemigas en la orilla más alejada del Mshaga. Los Stukas efectuaron ataques en picado aterrorizando a los defensores soviéticos con sus sirenas ululantes, volando a ras del río a apenas 150 pies de altura y arrojando sus bombas contra refugios, posiciones de artillería y puestos de ametralladora.
La máquina militar alemana funcionaba con gran precisión. Tan pronto como cayó la última bomba, 200 cañones de todos los calibres abrieron fuego. Se trataba de la clásica preparación para un ataque.
Exactamente a las 04:30 horas, los Landser emergieron de sus trincheras. Los hombres arrastraron botes hinchables a la orilla del río y, bajo la cobertura del paraguas de artillería, cruzaron al otro lado. Junto con la infantería los zapadores también atravesaron el Mshaga, y en la orilla opuesta despejaron caminos a través de los campos de minas para los destacamentos de asalto que venían por detrás pisándoles los talones.
Hasta ahora, todo había ido sorprendentemente bien. El enemigo parecía haber quedado completamente conmocionado por el bombardeo aéreo y artillero preliminar. Sus armas pesadas y su artillería permanecían en silencio.
Agachados, los destacamentos de asalto corrían entre las cintas blancas con las que los zapadores habían marcado los pasillos despejados a través de los campos de minas. La cabeza de puente había quedado asegurada. Las primeras armas pesadas fueron transportadas a través del río. Entonces, las barcazas se unieron para formar un puente. Para las doce del mediodía estaba list
Poco a poco, el enemigo se fue recuperando del impacto psicológico y la resistencia comenzó a cobrar forma. Sin embargo, a última hora de la tarde el 24º Regimiento de Infantería había logrado capturar el pueblo de Mshaga. Al caer la noche las defensas soviéticas habían sido perforadas en una profundidad de cinco millas. Al día siguiente Shimsk, que según los planes iba a ser rebasada, cayó en manos germanas.
Tanques soviéticos T-34 en marcha.
El 12 de agosto el Río Ushnitsa fue forzado mediante un ataque frontal. Los soldados de infantería doblaban sus espaldas por el peso de las armas y cajas de munición. Tenian que llevarse todo consigo. Los soviéticos resistieron con tenacidad. En especial a lo largo del muro de contención de ferrocarril pelearon por cada pulgada de terreno.
Los soldados soviéticos continuaron disparando hasta que cayeron muertos en sus agujeros de tirador o reventados por granadas de mano. Ante semejante oposición, ¿cómo era posible avanzar? Se entablaban violentos combates por cada palmo de tierra.
La Fortuna sonríe a los valientes.
Los Cuarteles General del 45º Regimiento de Infantería se encontraba en una trinchera junto a la carretera ante Volinov. El ambiente era descorazonador. Los informes de bajas resultaban estremecedores. El Coronel Chill, Comandante del Regimiento, hablaba a través del teléfono de campaña con la división. “Los Stukas deben venir una vez más,” imploraba a sus superiores.
Justo entonces un mensajero saltó a la trinchera – el Cabo Willumeot. Sin aliento, saludó al Comandante del Regimento. “Mensaje del 2º Batallón, señor: el Teniente-Coronel Matussik envía este mapa enemigo capturado. Fue obtenido de un Comandante Soviético muerto en acción. Evidentemente era el Adjunto de un Alto Mando Soviético.”
El Coronel Chill echó una mirada al mapa y levantó la vista perplejo. “Amigo mío, por esto se ha ganado mi último puro,” le dijo al mensajero, sacando su caja de puros.
Willumeit sonrió, aceptó el puro, y dijo, “Me tomaré la libertad de trucarlo, Herr Oberst - no fumo.” Todos estallaron en carcajadas.
El mapa fue un valioso hallazgo. Mostraba todas las posiciones del 48º Ejército Soviético a lo largo del Verenda, hasta entonces desconocidas, completo con todos los puntos fuertes, posiciones señuelo, emplazamientos de artillería y puestos de ametralladora.
Fue en gran parte gracias a este mapa capturado que al día siguiente lograron perforarse estas posiciones mediante una acción audaz. Así es cómo el destino – o, si lo prefieren, la pura suerte- echa una mano en la batalla. Eso es precisamente lo que Federico el Grande, el Rey de Prusia, quería decir cuando dijo, “Los Generales no sólo deben ser valientes, también deben tener a su lado la fortune.”
El General Sponheimer no podía quejarse de falta de la fortuna ante Novgorod. Además del mapa capturado, "la fortune" –de nuevo de manos del 45º Regimiento de Infantería- le envió un prisionero valiosísimo. Había sido hallado con una columna de camiones de suministros soviéticos por parte de un destacamento de bicicletas de reconocimiento. Era un oficial zapador del estado mayor de la 28ª División Soviética – un hombre de Carelia, finlandés de naciomiento, que no sentía el menor aprecio por los bolcheviques.
“Nix Bolschewik,” no dejaba de asegurarles a los alemanes. Poco después, tras dar con un intérprete, comenzó una sorprendente secuencia de acontecimientos. “Conozco todas las fortificaciones,” dijo el careliense. “Los papeles están escondidos en el bosque,” añadió astutamente.
“¿Intentas tomarnos el pelo?”, le preguntó un Teniente alemán-
El de Carelia levantó tres dedos. “¡Lo juro por mi madre!”
El Teniente le amenazó con su pistola. “No intentes nada extraño - ¡una emboscada o algo por el estilo! O será mejor que empieces a rezar.”
El intérprete tradujo. El careliense asintió. “Vayamos entonces,” decidió el Teniente. Él mismo condujo a su pelotón hasta el bosque cercano, con cautela, prestando atención al de Carelia todo el tiempo. El careliense no tuvo que buscar mucho. En un espeso matorral, dejo de una gran piedra, se encontraba su bolsa de tela – un gran paquete. Contenía todos los mapas de las fortificaciones de Novgorod así como los planos de los campos de minas.
El Teniente llevó el paquete y al careliense directos al oficial de Inteligencia de la división. El oficial de Inteligencia se fue con el paquete hasta el jefe de operaciones, Comandante von der Chevallerie. El Comandante no cabía en sí de entusiasmo. El mapa mostraba con claridad las defensas en el exterior de Novgorod, incluidas las defensas de la propia ciudad y las fortificaciones sobre la pequeña isla en el Volkhov entre las dos partes principales partes de la ciudad.
Después de eso, no les resultó difícil a los Landser atravesar las posiciones soviéticas en los puntos cruciales y llegar al extremo de la ciudad sin sufrir demasiadas bajas.
Un Stuka sobrevuela Novgorod. El Kremlin amurallado y el Río Volkhov son claramente visibles abajo.
La captura de Novgorod.
Durante la mañana de ayer, 15 de agosto, los soldados del 3º Regimiento de Infantería avistaron la famosa “Novgorod la Dorada” alzándose ante ellos bajo el sol de la mañana. Novgorod – uno de los asentamientos rusos más antiguos, fundada por Rurik el Conquistador como su residencia en el siglo nueve, administrada en la Edad Media de acuerdo con la ley de la ciudad de Lübeck, despoblada varias veces por la muerte negra y el cólera, siempre levantándose de nuevo sus cenizas. Novgorod, conocida como “la Dorada” debido a su importante comercio de sal y pieles con las ciudades hanseáticas de Alemania. Debido a su propia riqueza la ciudad fue completamente saqueada por dos veces en un siglo, primero por Iván III y después por Iván el Terrible, y sus ciudadanos deportados y exterminados. Cuarenta y siete magníficas iglesias con excelentes frescos antiguos rodean el Kremlin de Novgorod que domina los puentes sobre el Volkhov. Una ciudad orgullosa, nunca conquistada. A lo largo de sus mil años de historia Novgorod nunca había sido conquistada por un enemigo extranjero, salvo un breve episodio en la Guerra Nórdica al comienzo del siglo diecisiete. Ahora, la ciudad de oro de Rusia está a punto de hallar a su Némesis.
El 15 de agosto de 1941, la 21ª División de Infantería de Prusia Oriental interceptó una señal de radio desde Moscú dirigida al 48º Ejército Soviético. Decía así: “Novgorod debe ser defendida hasta el último hombre.” La 21ª División de Tanques Soviética tuvo el honor de ser la que defendería la plaza hasta el último hombre contra el ataque de la 21ª División de Infantería Alemana.
A las 17:30 horas del 15 de agosto el VIII Cuerpo Aéreo inició un gran ataque aéreo contra las posiciones rusas a lo largo de los límites de la ciudad, ataque que se prolongó durante veinticuatro minutos. Novgorod quedó en llamas. A continuación, los tres regimientos de infantería de la 21ª División de Infantería se desplegaron para el asalto. Desde el borde del antiguo foso llegó el tartamudeo de las ametralladoras, el estallido de las piezas de artillería y el detonar de los morteros.
“¡Hay que resistir hasta el ultimo hombre! ¡Hasta el último hombre!”, vociferaban los Comisarios políticos que, aferrados a sus pistolas resistían en sus puestos hasta que la muerte los liberaba de su deber.
Los soldados alemanes se adentran en el Kremlin de Novgorod.
Con las primeras luces de hoy, 16 de agosto, las compañías de asalto alemanas se han encontrado dentro de la ciudad en llamas. A las 07:00 horas el 1º Batallón del 424º Regimiento de Infantería de la 126ª División de Infantería –unidad subordinada a la 21ª División de Infantería para este ataque- ha izado la Swástika sobre el Kremlin de Novgorod.
Sieg Heil, Viktoria!
Deutschland siegt an allen Fronten!
Por ahora la guerra anda bien, pero Rusia es un territorio gigante que es imposible darle cierta prioridad a conquistar ciertas zonas. En ese momento debieron seguir la ofensiva a Moscú. No debieron realizarla en octubre.
ResponderEliminarLa decisión de Hitler no era descabellada. Tenía sentido que, para acabar con el mayor número de fuerzas enemigas, tratase de acabar con Leningrado al norte y Kiev al sur. Tanto el Grupo de Ejércitos Norte como el Grupo de Ejércitos Sur eran demasiado débiles para acometer por sí solos las respectivas tareas, por lo que el refuerzo de los Grupos Panzer de Reinhardt y Guderian podrían ser un gran revulsivo. En Kiev la Wehrmacht obtuvo una grandísima victoria, pero en el frente de Leningrado se terminó por retirar los Panzer de vuelta al Grupo de Ejércitos Centro antes de que hubiesen terminado su tarea cuando se encontraban a tan sólo un puñado de kilómetros de Leningrado. Leningrado sería un baldón que la Wehrmacht arrastraría durante años y sin duda fue un desacierto no conquistarla.
ResponderEliminarHitler ponía en duda la importancia estratégica de Moscú, alegando que la clave de la derrota de la Unión Soviética se encontraba en la zona industrial del Donets y en los pozos petrolíferos del Cáucaso. Su principal interés era acabar con el mayor número de ejércitos soviéticos hasta que a Stalin ya no le quedase nada con que defender estos objetivos. Esto tiene sentido. Si después de Kiev accedió a dar luz verde a la Operación Tifón sobre Moscú, fue sólo por satisfacer el capricho de sus generales, quienes pensaban que Moscú, además de ser el principal nudo de comunicaciones de la Unión Soviética, era su capital política y popular (añadiría espiritual, pero lo omitiré al estar hablando de un estado materialista y ateo).
Si Hitler o sus generales tenían razón nunca lo sabremos. Lo cierto es que Alemania perdió la guerra, por lo que cualquier decisión estratégica distinta de las que se tomaron en la realidad quizás pudiera haber cambiado el curso de los acontecimientos, para mejor o para peor. Moscú era importante, no cabe duda. El propio Stalin llegó a reconocer a un emisario norteamericano (Harry Hopkins) en el mes de julio de 1941, que si Hitler conquistaba Moscú toda la Rusia Europea estaría perdida y tendría que organizar la defensa detrás de los Urales. En mi opinión, Alemania atacó a la Unión Soviética con demasiadas pocas tropas a la vista de los ambiciosos objetivos planteados y de la fanática resistencia que opusieron los soviéticos. Al tener noticia de las inmensas cantidades de material que la Wehrmacht estaba derrotando y capturando durante las primeras semanas de Barbarroja, Hitler se sintió tan impresionado que le confesó a Guderian que, de haber sabido que la Unión Soviética era capaz de amasar tales cantidades, habría aguardado a tener el doble de efectivos antes de haberles atacado.
Para terminar, un pequeño apunte. Puedo entender que a Hitler no le interesara conquistar Moscú en 1941, pero lo que no me encaja demasiado es su decisión, en 1942, de conquistar Stalingrado a toda costa, una ciudad que tras los bombardeos no tenía más significado que el meramente simbólico y, en cualquier caso, muy inferior a Moscú. Quizás a medida que vaya acercándome a esas fechas, escribiendo las entradas e investigando los acontecimientos, me pueda hacer una idea más clara de esta obsesión de Hitler por Stalingrado, un montón de cascotes que le impulsó a dividir en dos el Grupo de Ejércitos Sur y desviar la atención del principal objetivo: los pozos petrolíferos del Cáucaso.
lo unico que ocurria con la ciudad de stanlingrado fue solo el resultado de una guerra personal entre hittler y stanli ya que en gran parte el orgullo de hittler fue una de las principales causas de que alemania perdiera la guerra por su opstinada forma de tomar las deciciones castigando a aquellos que e atrevian a contrariarlo y pongo por ejemplo al general guderian que fue dado de baja por comptrarialo y la otro ejemplo fue la grandicima (perdomen mi expresion)idiotes de poner a paulos a dirijir la ofenciba contra moscu cuando nunca en su vida habia tenido bajo su mas que solo un regimiento lo que trajo como consecuencia la pesima estrategia y preparacion aplicadas en la batalla como ya lo exprese en mi antiguo comentario que lo puse como anonimo pero no recuerdo que pag.
ResponderEliminarAprende a escribir, mis retinas sangran profusamente al leerte
EliminarConsideraba que conquistar las ciudades rusas, sino los recursos de la URSS. Su objetivo más inmediato era la conquista de Ucrania, que era "el granero" de Rusia. Tenerla entre sus manos, pensó que lo llevaría a la victoria.
ResponderEliminarLa idea de Hitler de preferir objetivos económicos e industriales sobre políticos parecía sensata sobre el papel, pero el desarrollo de los acontecimientos no le dio la razón porque la maquinaria industrial soviética continuó funcionando a pesar de la pérdida de gran parte de sus territorios.
ResponderEliminarQuizás, la conquista de Moscú, capital y símbolo de la Unión Soviética, habría provocado el colapso de la moral de los ejércitos de Stalin. O quizás no. Eso nunca lo sabremos, pero como a la larga Hitler perdió la guerra, la alternativa de haber ido a por Moscú cuanto antes habría sido una alternativa a considerar. Puestos a conquistar por todos los medios una ciudad, sin duda Moscú habría sido mejor objetivo que Stalingrado.
Ya habrá tiempo para hablar de Stalingrado. Esperemos unos meses.
Un buen estratega debe atacar la yugular del enemigo a la menor oportunidad que se le presentara. Moscú era un objetivo fácil de conquistar.
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