Después de cinco días de conversaciones en Terranova con el Primer Ministro Británico Winston Churchill, el Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt ha regresado a aguas norteamericanas a bordo del crucero USS Ausgusta. Por la tarde, el crucero se ha adentrado en la Bahía Blue Hill, en Maine, donde ha reembarcado en el yate presidencial USS Potomac.
Un momento de la conferencia.
Poco después, el adjunto al Primer Ministro Británico, Clement Attlee, ha efectuado una alocución radiofónica en la que ha expresado los términos de una declaración conjunta anglo-americana de principios comunes, resultado de las conversaciones entre los dos dirigentes y que será conocida como Carta Atlántica. Las palabras del siniestro Clement Attlee son las siguientes:
El mundo sometido a la tiranía de las potencias occidentales: una realidad que Churchill y Roosevelt insisten en no ver. No buscan ninguna clase de engrandecimiento territorial porque ya lo tienen todo.
El presidente de los Estados Unidos y el Primer Ministro, Churchill, en representación del Gobierno de Su Majestad del Reino Unido, han celebrado un encuentro en el mar. Les acompañaban. funcionarios de sus Gobiernos respectivos, entre ellos oficiales de alto rango de sus servicios; militares, navales y aeronáuticos. Todo el problema del suministro de materiales de guerra establecido por la Ley de Préstamo y Arriendo para las fuerzas armadas de Inglaterra y para las de los países que combaten activamente para resistir a la agresión ha sido objeto de un nuevo examen. Lord Beaverbrook, Ministro de Suministros del Gobierno Británico, se unió a estas conferencias. Baaverbrook marchará ahora a Washington para discutir más ampliamente los detalles con los funcionarios competentes de los Estados Unidos. Estas conferencias han versado, asimismo, sobre el problema de los suministros a la Unión Soviética. El Presidente y el Primer Ministro han celebrado varias conferencias en las que han examinado los peligros que para la civilización mundial se derivan de la política de dominación militar por la conquista a la cual se han lanzado el Gobierno hitlerista de Alemainia y otros Gobiernos con él asociados y han establecido claramente las medidas que sus países adoptan, respectivamente, para su seguridad contra estos peligros. Ambos se han puesto de acuerdo en realizar la siguiente declaración común:
El borrador definitivo de la Carta Atlántica, corregido a mano.
La Carta Atlántica.
El Presidente de los Estados Unidos de América y el Primer Ministro representante del Gobierno de Su Majestad. en el Reino Unido, habiéndose reunido en el Océano, juzgan oportuno hacer conocer algunos principios sobre los cuales ellos fundan sus esperanzas en un futuro mejor para el mundo y que son comunes a la política nacional de sus respectivos países:
1. Sus países no buscan ningún engrandecimiento territorial o de otro tipo.
2. No desean ver ningún cambio territorial que no esté de acuerdo con los votos libremente expresados de los pueblos interesados.
3. Respetan el derecho que tienen todos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir, y desean que sean restablecidos los derechos soberanos y el libre ejercicio del gobierno a aquellos a quienes les han sido arrebatados por la fuerza.
4. Se esforzarán, respetando totalmente sus obligaciones existentes, en extender a todos los Estados, pequeños o grandes, victoriosos o vencidos, la posibilidad de acceso a condiciones de igualdad al comercio y a las materias primas mundiales que son necesarias para su prosperidad económica.
5. Desean realizar entre todas las naciones la colaboración más completa, en el dominio de la economía, con el fin de asegurar a todos las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso económica y la protección social.
6. Tras la destrucción total de la tiranía nazi, esperan ver establecer una paz que permita a todas las naciones vivir con seguridad en el interior de sus propias fronteras y que garantice a todos los hombres de todos los países una existencia libre sin miedo ni pobreza.
7. Una paz así permitirá a todos los hombres navegar sin trabas sobre los mares y los océanos.
8. Tienen la convicción de que todas las naciones del mundo, tanto por razones de orden práctico como de carácter espiritual, deben renunciar totalmente al uso de la fuerza. Puesto que ninguna paz futura puede ser mantenida si las armas terrestres, navales o aéreas continúan siendo empleadas por las naciones que la amenazan, o son susceptibles de amenazarla con agresiones fuera de sus fronteras, consideran que, en espera de poder establecer un sistema de seguridad general, amplio y permanente, el desarme de tales naciones es esencial. Igualmente ayudarán y fomentarán todo tipo de medidas prácticas que alivien el pesado fardo de los armamentos que abruma a los pueblos pacíficos.
Franklin Delano Roosevelt — Winston Churchill
14 de agosto de 1941.
Es lebe Nationalsozialismus!
Es lebe die Achsenmächte!
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