sábado, 23 de octubre de 2010

Encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya - 23/10/1940.


Camaradas,

Hoy se ha producido un histórico encuentro entre el Führer de Alemania, Adolf Hitler, y el Caudillo de España, Francisco Franco, en la estación de tren de la localidad francesa de Hendaya, junto a la frontera franco-española.

A las 3:20 de la tarde ha llegado el tren oficial Erika del Führer, procedente de París y acompañado por Ribbentrop, Keitel, Brauchitsch, Bormann, Dietrich, el Coronel General Dollmann, el Teniente General Bodenschatz, y el Subsecretario de Estado Gauss. Francisco Franco ha llegado con ocho minutos de retraso y al bajar de su tren ha recibido el caluroso saludo del Führer. El barón von Stohrer ha hecho las presentaciones y luego, juntos, los dos jefes de Estado han pasado revista a las tropas.

El caluroso saludo de los dos amigos.

La revista a las tropas.

La entrevista se ha celebrado en el coche-salón, y a ella han asistido únicamente el General Franco, el Führer, von Ribbentrop, Serrano Suñer y como intérpretes, por parte alemana Gross y por parte española el Barón de las Torres.

El Führer ha echado mano a su privilegiada retórica y ha proporcionado al Caudillo un detallado recuento de las conquistas militares de la Wehrmacht. Según el Führer, Alemania ya ha obtenido la victoria; todos sus enemigos han sido derrotados, incluida Inglaterra, por mucho que se resista a aceptarlo. A continuación ha realizado una larga digresión sobre el Nuevo Orden europeo en el que España tendría su lugar, si bien resulta necesario que participase de manera activa en la victoria del Eje. El Führer le ha anunciado a Franco una fecha precisa: sus paracaidistas se encuentran preparados para lanzarse el 10 de enero de 1941 sobre Gibraltar, según lo planeado en la Operación Félix. España deberá unirse en ese momento a Alemania y, como recompensa, recuperará la plaza de Gibraltar y tendrá además la posibilidad de aumentar sus posesiones coloniales en África. España también deberá aceptar la presencia alemana en la propia Gibraltar, en las Islas Canarias, Marruecos, Guinea Ecuatorial y la isla de Fernando Po.

El Caudillo escucha al Führer.

Con el rostro impertérrito y en silencio, Francisco Franco ha escuchado atento las palabras del Führer. Como Jefe de Estado de una nación que una vez fuera una potencia naval de primer orden y un Imperio Mundial, no se ha dejado llevar por el entusiasmo que hace apenas unos meses arrastró a la Italia del Duce a la guerra y su respuesta ha sido de lo más comedida y prudente, sobre todo habida cuenta de que España acaba de padecer una Guerra Civil de tres años de duración. El Caudillo español no comparte la opinión del Führer sobre Gran Bretaña; de hecho, su opinión es que el conflicto anglo-alemán dista mucho de estar terminado y está decidido a no implicar a su país en un conflicto de final incierto que podría suponer que España fuera arrastrada al abismo junto con el Tercer Reich.

En primer lugar, el Caudillo le ha hablado al Führer con amplio detalle de la escasez de alimentos que azota su país y le ha solicitado grandes envíos de grano –del orden de varios miles de toneladas- y un alto número de piezas de artillería pesada, cañones antiaéreos y otros enseres militares en cantidades a cada cual más desproporcionada. Además, Franco sostiene que si Gibraltar fuera a ser conquistada, tendría que ser por parte del propio Ejército Español. El orgullo español no aceptaría recibir la fortaleza de Gibraltar de manos de soldados extranjeros. Franco ha mostrado interés en las posesiones coloniales francesas y ha terminado por ponerlas sobre la mesa como condición sine qua non para la entrada de su país en la guerra, a sabiendas de que el Führer no se encuentra en condiciones de realizar semejante concesión so pena de poner en su contra a la Francia Vichy y a los territorios controlados por ésta, que en seguida se pasarían al bando de De Gaulle. Así mismo, el Caudillo ha rechazado la idea del Führer de establecer un puente terrestre desde Gibraltar al continente africano refiriéndose de manera solapada al fallido asalto alemán a través del Canal de la Mancha. Incluso si los ingleses hubiesen perdido su posición en la Isla, Franco le ha expuesto al Führer que el Imperio Británico podría proseguir la guerra desde América y Canadá.

El Caudillo, con su tono de voz suave, monótono, ha seguido asestando golpe tras golpe a un Führer que casi podría decirse que ha llegado a perder las formas. Nunca antes había tenido que enfrentarse el Führer a una réplica semejante a un discurso tan bien estudiado. Finalmente, el Führer se ha levantado y ha declarado que, a la vista de las circunstancias, no tiene sentido insistir y que será mejor interrumpir la conversación. Sin embargo, el Führer ha recuperado la compostura enseguida, ha vuelto a tomar asiento y ha persistido en sus infructuosos intentos de convencer al testarudo Caudillo. Finalmente, Franco ha cedido y ha estado de acuerdo en llegar a un acuerdo con Alemania. Sin embargo, ha condicionado este acuerdo al envío de alimentos y materiales de guerra.

Otro momento de la conversación.

Entonces se ha producido una interrupción en las conversaciones y los dos Ministros de Asuntos Exteriores han quedado atrás para negociar los detalles. De acuerdo con el protocolo establecido, los dos Jefes de Estado han acudido a cenar juntos en el vagón del Führer. Sin embargo, el Führer ha pretendido hacer un nuevo intento de convencerle a Franco para que España se alinee de su lado, retrasando su salida durante dos horas. A pesar del amplio despliegue de retórica del Führer, no ha conseguido hacer claudicar al recalcitrante líder español. Más adelante comentará el Führer al Duce respecto a esta reunión: “preferiría que me sacaran tres o cuatro dientes antes que tener que volver a hablar con él.”

El Führer se despide de Franco.

A la Prensa tan sólo ha trascendido una nota formal en los siguientes términos:

El lunes 23 de octubre el Führer se ha encontrado con el Generalísimo Franco en la frontera franco-española. El Ministro de Asuntos Exteriores alemán, von Ribbentrop, y el Ministro de Asuntos Exteriores español, Serrano Súñer, han participado en las conversaciones que han venido caracterizadas por un sincero espíritu de amistad y camaradería.

Nuestros lectores, en cambio, han tenido ocasión de asomarse al contenido de la reunión. Si en el futuro esta información llegase a manos de los enemigos del Führer, podemos imaginarnos cuál sería su análisis. Para ellos, el Führer ha recibido hoy un varapalo inconcebible de parte de un Jefe de Estado que se lo debe a él todo y que ahora, en la hora de necesidad de Alemania, se atreve a negarle su ayuda.

Sin embargo, nosotros sabemos analizar este encuentro y el rechazo relativo del Caudillo a las peticiones del Führer de una manera mucho más benévola. Es cierto que la negativa del Caudillo ha impedido el objetivo del Führer de establecer un frente común contra Gran Bretaña desde el Cabo Norte hasta Marruecos y la unificación bajo mando alemán de las potencias militares combinadas de España, Italia y Francia.

No obstante, el Führer era perfectamente consciente de que dicha tarea resultaba tan ambiciosa como complicada, habida cuenta de los intereses enfrentados. Por un lado, tanto Italia como España contemplan con ojos codiciosos las posesiones coloniales francesas, pero cualquier concesión que pudiera hacer la Francia de Pétain al respecto pasarían por que se la compensara con territorios del decadente Imperio Británico, algo que el Führer, en su afán de permitirle a Gran Bretaña obtener una paz benévola, no está dispuesto a aceptar. El Führer, por tanto, no podía disponer de ningún territorio francés para contentar a españoles ni a italianos y era muy consciente de que su proyecto pasaba por que España aceptase su órdago. Por desgracia para él, Franco no ha seguido la senda del Duce y no ha aceptado sin condiciones, condiciones que de hecho han ido mucho más allá de lo que el Führer podía tolerar para conseguir mantener el status quo entre los tres estados latinos.

Ha sido por tanto la paz y la generosidad hacia sus enemigos lo que ha frustrado los planes del Führer hoy. Y es que el Führer, al que muchos pintan como un despiadado verdugo, una vez más se ha mostrado como un generoso amigo que ha comprendido la delicada situación de un país que acaba de atravesar una Guerra Civil. Las fuerzas de la Wehrmacht emplazadas en Francia son lo suficientemente poderosas como para tomar de España lo que el Führer quiera, con o sin el consentimiento de Franco. Sin embargo, el Führer no ve en España un enemigo y nunca haría algo así. Ha preferido contentarse con lo poco que Franco le ha ofrecido y quizás, en el futuro, cuando la Wehrmacht se embarque en otras campañas contra enemigos más odiados por España que el Reino Unido, obtenga una respuesta más favorable.

Es lebe der Führer, es lebe Deutschland!
¡Viva Franco, Arriba España!

2 comentarios:

  1. Una alianza con España no hubiera sido conveniente. Los españoles eran un poco mejor que los italianos y otros aliados. Pero igual no se podía comparar con Alemania. Hitler al terminar su entrevista con Franco, se refirió de él. "Prefiero que me saquen una muela que reunirme otra vez con él".

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  2. Querido Gustavo, esta vez voy a disentir un poco de tu opinión. Como español, voy a tirar un poco a favor de los míos. Por un lado, creo que el valor combativo de aquellos españoles que combatieron en la Segunda Guerra Mundial fue muy apreciado por ambos bandos. Al término de la Guerra Civil, miles de combatientes republicanos huyeron a Francia y muchos de ellos terminaron alistándose en la Legión Extranjera Francesa y participando en la Resistencia. Como veteranos de la Guerra Civil, su aportación fue bastante importante. En la 2ª División Blindada Francesa, la Leclerc, que fue la primera unidad Aliada que entró en París, había varios centenares, sino miles de españoles. Por otro lado, la División Azul que combatió a la Unión Soviética fue muy reconocida por el alto mando alemán, considerándose equivalente a una división alemana, cosa que jamás sucedería con las unidades rumanas, húngaras o italianas. También hay que reconocer que se trataba de voluntarios altamente politizados, combatientes fanáticos que no contentos con una guerra civil de tres años se fueron a Rusia a perseguir a su antiguo enemigo. Cuando Franco retiró a la División Azul, cientos de españoles eligieron quedarse y se alistaron en las Waffen-SS. Si te interesa el tema, busca información de Miguel Ezquerra, un soldado español de las SS que participó en la Batalla de Berlín.

    Por otro lado, si España se hubiese aliado con Alemania, Hitler habría obtenido una importantísima ventaja estratégica. La situación de España le habría permitido cerrar el estrecho de Gibraltar, seguramente capturando la plaza y puerto de Gibraltar, y amenazar el tráfico mercante Aliado en el Atlántico desde nuevas bases. Pero, seguramente, tampoco habría sido esto una ventaja decisiva y el Eje habría acabado perdiendo la guerra de cualquier modo. Noruega también era importante estratégicamente pero Alemania terminó rindiéndose sin que un solo Aliado hubiese pisado el país escandinavo.En mi opinión, el principal error de Hitler fue el ataque contra la Unión Soviética, donde Alemania dilapidó el grueso de sus recursos materiales y humanos. Tal y como se desarrollaron los acontecimientos, España puede respirar aliviada por no haberse aliado con Alemania.

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