jueves, 11 de noviembre de 2010

El Automedon, botín de oro del Atlantis - 11/11/1940.

Camaradas,

Navegando entre las Islas Nicobar y Ceilan, al noroeste de Sumatra, el crucero mercante armado alemán Atlantis al mando del Capitán Bernhard Rogge ha sido avistado a unas dieciocho millas de distancia sobre un mar tranquilo como la superficie de un cristal por los vigías del Automedon, un buque mercante británico de 7.628 toneladas dotado de artillería.

El "inocente" Atlantis navega por el Índico como un mercante de bandera holandesa.

Los dos buques se han acercado el uno al otro y cuando tan sólo les separaban 4.600 yardas el Atlantis ha virado a estribor y disparado un cañonazo de aviso. De inmediato, el Automedon ha solicitado ayuda por radio justo antes de que la transmisión haya quedado interrumpida y el Atlantis haya comenzado a abrir fuego. La tripulación del Atlantis, después de más de seis meses de travesía e innumerables acciones de combate a sus espaldas han convertido a su crucero mercante en un buque temible con un fuego de artillería extremadamente preciso. Sus primeros proyectiles han derribado el puente del Automedon matando a todo el mundo incluido su Capitán, W. B. Ewan.

¡Sorpresa!  El Atlantis abre sus compuertas y descubre su artillería.

Otras tres salvas han logrado once aciertos antes de que el Atlantis haya detenido su fuego. El Automedon todavía navega a toda velocidad y un marinero ha intentado alcanzar el cañón de popa para devolver el fuego. Otras tres salvas más han alcanzado al Automedon matando al artillero y deteniendo el buque. Un destacamento de abordaje alemán se ha encontrado con el buque hecho trizas y todos sus papeles destruidos excepto los conservados en la caja fuerte.

Emplazamientos de artillería del Atlantis.

Un examen de las bodegas ha revelado una carga valorada en varios millones para el esfuerzo de guerra aliado. Con destino Penang, Singapur, Hong Kong y Shangai el Automedon transporta aviones, coches, piezas de repuesto de maquinaria, bicicletas, microscopios, uniformes de servicio, placas de acero y hierro, cámaras, máquinas de coser además de cerveza, güisqui, cigarrillos y víveres. También hay 120 sacas de correos. Al Kaptäin Rogge le preocupa la situación dado que ambos buques están quietos en medio de una ruta de tráfico mercante bastante intensa y un buque que observara la escena rápidamente se daría cuenta de lo que está sucediendo y enviaría un mensaje de alarma antes de que el Atlantis pudiera hacer nada. Por lo tanto, Rogge ha establecido un tiempo límite de tres horas para transferir al Atlantis a los 31 británicos y 56 chinos de la tripulación del Automedonte, los 3 pasajeros (incluido una mujer), sus posesiones, toda la carne helada y la comida junto con los papeles del buque y las sacas de correo.

El Automedon.

Los miembros británicos de la tripulación se han mostrado agradecidos con el gesto de Rogge de permitirles mantener sus efectos personales y han ayudado con el traslado de la comida pero nada más. Sí que han indicado, no obstante, la localización de las 550 cajas de güisqui en las bodegas así como ayudado a localizar los 2.5 millones de cigarrillos Chesterfield. Entre los 56 marineros chinos hay unos 20 que habían formado parte de otro buque británico hundido en el Atlántico Norte.

El encuentro entre el Atlantis (detrás) y el Automedon (en primer plano).

Mientras algunos marineros del Atlantis se encargan de transferir las mercancías, otros han forzado la caja fuerte y extraído su contenido. Dado que toda la oficialidad del puente ha muerto al comienzo de la acción, los documentos secretos no han podido ser destruido. Entre los papeles hay instrucciones de navegación del Almirantazgo, el código de la Marina Mercante y las Tablas de Descodificación 7, 8 y 9. Para mayor deleite de Rogge, cuando ha abierto dos bolsas marcadas como “Mano Segura, Sólo Jefe Británico”, se ha encontrado con correo para el Comandante en Jefe de Extremo Oriente que incluye papeles del Gabinete sugiriendo una defensa del Extremo Oriente y un repaso de la situación europea del momento. También se ha encontrado con mapas detallados de los campos de mine, nuevas tablas de códigos además de varios documentos codificados.

Rogge ha pensado entonces que podría remolcar al Automedon fuera de las rutas de comercio mercante, pero sus ingenieros le han informado de que su timón se encuentra completamente averiado, por lo que la idea debe ser desestimada. 

El final del Automedon.

En consecuencia, los marinos alemanes han emplazado bombas de tiempo a bordo del Automedon que a las 15:07 se ha convertido en la decimotercera víctima del Atlantis al estallar y hundirse de popa.  Y es que el número trece no siempre tiene porqué dar mala suerte. Consciente de la importancia de su hallazgo, Bernhard Rogge ha ordenado a su oficial Paul Kamenz y a seis miembros de su tripulación hacerse cargo del Ole Jakob, un buque apresado en el día de ayer por el Atlantis, y transportar los documentos hasta la Embajada alemana en Japón.

Sieg Heil!

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