Camaradas,
La Unión Soviética ha puesto en la práctica una cruel medida que en el mejor de los casos podemos considerar hija de la desesperación, al exiliar a Siberia a la comunidad de etnia germánica en la región del Volga (unas 400.000 personas). El Kremlin tiene miedo de que estos inocentes campesinos, establecidos en Rusia desde hace dos siglos, se conviertan en una quinta columna de simpatizantes Nacionalsocialistas. Cabe recordar a los bolcheviques que quienes han recibido con flores a la Wehrmacht en la Unión Soviética no han sido precisamente alemanes, sino ucranianos, lituanos, estonios, bielorrusos y tantos otros pueblos hastiados del monstruoso régimen soviético, contra el cual se ha alzado no sólo la Alemania de Hitler, sino Europa entera.
Alemanes del Volga se preparan para la deportación.
Dos niños se asoman por la ventana de un vagón de ganado soviético que los transporta a Siberia.
La historia de los alemanes del Volga se remonta a 1762, cuando Sophie Auguste Friederike von Anhalt-Zerbst, una alemana nativa de Stettin, Pomerania, ascendió al trono imperial ruso en sustitución de su marido Pedro III con el nombre de Catalina II, más tarde conocida como Catalina la Grande. Catalina la Grande publicó sendos manifiestos en 1762 y 1763 invitando a los europeos (exceptuando a los judíos) a inmigrar y cultivar tierras rusas mientras mantenían su lengua y cultura. El primer manifiesto recibió una pobre acogida, pero el segundo mejoró sensiblemente los beneficios ofertados y atrajo a numerosos colonos. Los pueblos de países como Francia e Inglaterra eran más proclives a migrar a colonias en las Américas. Otros países, como Austria, habían prohibido la emigración. En consecuencia, los colonos llegaron principalmente de regiones alemanas como Baviera, Baden, Hesse, el Palatinado y el Rhin entre los años 1763 y 1767.
Los alemanes que fueron a Rusia disfrutaron de derechos especiales bajo los términos del manifiesto. Algunos, tales como quedar exentos del servicio militar, fueron revocados en la segunda mitad del siglo diecinueve cuando el gobierno precisó de más tropas para el ejército ruso. Las comunidades alemanas de menonitas se opusieron al servicio militar en base a sus creencias religiosas, y muchos menonitas se vieron obligados a emigrar a América antes que renunciar a sus valores pacifistas.
La Revolución Bolchevique no fue una buena noticia para los alemanes del Volga que, profundamente religiosos, no tardaron en entrar en conflicto con los revolucionarios bolcheviques ateos. En 1919, los pastores luteranos fueron etiquetados como propagandistas revolucionarios y enviados a gulags en Siberia. Durante la Guerra Civil Rusa, muchos alemanes del Volga se alistaron con el Ejército Blanco y, como resultado, el Ejército Rojo desató furiosos ataques contra las comunidades alemanas del Volga. Después de la guerra, la hambruna que barrió la Unión Soviética arrebató la vida a la tercera parte de la población alemana del Volga.
Afortunadamente, las política de nacionalidades (korenizatsiya) implementada en los años 20 por el régimen soviético supuso una especie de amnistía para los alemanes del Volga, que en 1924 fueron reconocidos mediante el establecimiento de la República Socialista Soviética Autónoma de los Alemanes del Volga, con capital en Engels. Durante casi dos décadas, los alemanes disfrutaron de una convivencia relativamente buena con el régimen comunista, que se vio reforzada por las buenas relaciones entre Alemania y la Unión Soviética a partir de agosto de 1939.
Sin embargo, el comienzo de la Operación Barbarroja el pasado junio supuso un punto de inflexión. Stalin, siempre suspicaz, no tardó en ponerse paranoico con este inofensivo grupo de campesinos luteranos. ¿Alemanes en el corazón de Rusia, listos para recibir a los Panzer de la Wehrmacht con los brazos abiertos? ¡Inadmisible!. De tal modo que, hace apenas dos semanas, el 28 de agosto de 1941, quedó oficialmente disuelta la República Alemana del Volga y se ordenó la inmediata relocalización de los alemanes étnicos establecidos en Rusia, tanto de la región del Volga como de otras áreas tradicionales de colonización.
Así es como el régimen comunista ha arrebatado sus tierras y sus casas a cientos de miles de alemanes e iniciado un brutal proceso de deportación. Ayer comenzaron a ser trasladados hacia regiones remotas en el este, tanto en Kazakhstan como en Siberia. Además de los alemanes, otros grupos étnicos minoritarios han sido deportados al exilio interno en campos de trabajo, incluidos los grupos de etnia musulmana del Norte del Cáucaso, los Kalmyk y los Tártaros de Crimea. Así son los amigos de Winston Churchill. ¡Dios salve a Europa de caer en sus manos!
Es lebe Deutschland!
Es lebe Nationalsozialismus!
Los alemanes del Volga, hacía mucho tiempo que ya no tenían vínculos con su patria salvo por idioma y religión. Vivían prácticamente aislados como una comunidad de monjes, sin enterarse de lo que sucedía más allá de sus comarcas. Además aborrecían tanto al comunismo como al nazismo...probablemente no conocían ni habían escuchado el nombre de Hitler.
ResponderEliminarAquello recuerda también como los japoneses fueron deportados a campos de concentración en el desierto de Nevada por los mismos motivos un año después. Fue una muestra de los prejuicios racistas de los norteamericanos. producto de la paranoia.
Tampoco cabía esperar otra de un paranoico como Stalin que veía traidores en todos sitios y al que no le tembló el pulso a la hora de aniquilar su propia cadena de mando.
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