La misión europea de Alemania.
Camaradas,
Entre los insaciables golosos de buenas noticias del frente ruso y los aguafiestas de impaciencia maliciosa y los ingenuos sinceramente asustadizos, siempre hay alguno que pretende amargar el optimismo con que se sigue la campaña contra los soviéticos.
La victoria de Alemania, la libertad de Europa.
Porque como si la conquista de Polonia entera y de la Rusia Blanca hasta Smolensko y más allá no tuviera importancia positiva y ninguna significación moral tampoco el despertar iracundo y fervoroso de todo el mundo cristiano, todavía hay quien se pregunta porqué el Eje no está ya en Moscú, en Leningrado o en Kiev. Los de buena fe que escuchan la propaganda enemiga de las radios lejanas recuerdan, para hacer comparaciones pesimistas, los éxitos relámpagos del Eje en Polonia, Noruega y Dinamarca, en Yugoslavia y en Francia, que apenas en un mes se vio obligada a la mayor capitulación que registra la Historia.
La victoria de Europa, tu prosperidad.
Pero todo ello no da como consecuencia, la debilidad de Alemania ante el nuevo enemigo, sino la diferencia de éste con los enemigos anteriores. Nadie puede dudar ya del triunfo del Eje. Todo el mundo sabe que Rusia, por cantidad y calidad, no puede equipararse a esos enemigos pequeños, malos guerreros y peores políticos, que a fin de cuentas no sabían a ciencia cierta a qué carta atenerse. El menos de ellos
la Francia engreída, orgullosa y feliz, ebria de placer, que no quería pelear y confiaba en la hipótesis inexpugnable de la línea Maginot como única defensa. Rusia es un pueblo desdichado, desesperado y fanático; Rusia, después de escarmentar en España y en Finlandia, ha tenido para armarse todo el tiempo que le dio Alemania, la cual se lo concedió no ciega, sino apercibida, porque le tenía sin cuidado, y sólo le importaba, fiel a su táctica maravillosa, poder combatir a sus enemigos uno a uno y con exacta oportunidad.
La Cruzada de toda Europa contra el Bolchevismo.
Por eso levantó Alemania la voz contra Rusia, adelantándosele, cuando menos esperaba oírla Rusia, y en vez de bifurcar sus fuerzas en un movimiento envolvente, como el enemigo esperaba, atacó de frente, con el ímpetu que le permite su capacidad para atacar así a todos ejércitos que le dé la gana. La posibilidad de este empuje no es más que el fruto de la paciencia cautelosa y hábil con la cual la diplomacia alemana ha ido desde el primer pacto de Moscú hasta el último de Ankara.
"Vosotros lleváis las banderas y estandartes y sois la garantía para la liberación de Europa del Bolchevismo." En la imagen, estandartes de los Altos Mandos del Ejército de Tierra (Heer), la Marina (Kriegsmarine) y la Aviación (Luftwaffe) junto a la bandera nacional alemana.
Rusia resiste un poco más, como resiste Inglaterra, porque es fuerte; pero esto no quiere decir que Inglaterra y Rusia sean invulnerables y, por lo pronto, el Premier Británico Winston Churchill ya ha aclarado que no cree en la resistencia rusa y pide a los Estados Unidos para sí las armas que, enviadas a Moscú, no servirán para otra cosa que para botín del vencedor. Esto prueba, además, que Inglaterra considera a Rusia la carnada del momento, una víctima propiciatoria más de la política británica de hacer que otros mueran por ella.
Deutschland siegt für Europa!
Tod dem Bolschewismus!
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