lunes, 3 de mayo de 2010

Discurso a los futuros oficiales - 03/05/1940.

Camaradas

Debido a las condiciones metererlógicas, el Führer ha decidido posponer un día la operación Fall Gelb contra Francia y los Países Bajos.  Por lo tanto, se prevé que la ofensiva comience el próximo 6 de mayo.

Por otro lado, hoy, viernes 3 de mayo, el Führer y Comandante Supremo de la Wehrmacht ha convocado a 6.000 candidatos a oficial (Offiziersanwärter) del Ejército, la Luftwaffe y las Waffen SS en el Sportpalast. En un discurso impactante pronunciado en un momento histórico crucial, el Führer ha perfilado las tareas que sus jóvenes camaradas deberán afrontar en la lucha para decidir la existencia o desaparición de nuestro pueblo, nuestro Volk. El Mariscal Göring ha concluido el acontecimiento con un Sieg Heil para el Führer. Los jóvenes soldados han demostrado que han comprendido a su Comandante Supremo con entusiastas Heil.

El Führer en el Palacio de los Deportes de Berlín.

Heil Offiziersanwärter!

La batalla en medio de la cual se encuentra sumida hoy Alemania es el Segundo acto de la gran y decisiva lucha que determinará el futuro de nuestra raza, de nuestro Reich. A menudo escucháis estos días el término equilibrio de poder: el balance de poder en Europa. En particular, habréis tenido ocasión de leer que la causa para esta batalla reside en la amenaza de la ruptura de este balance de poder en Europa.

¿Cuál es el significado de esta tesis? El núcleo racial de Alemania consiste en una masa de población de más de ochenta millones de personas. A lo largo de los siglos, aunque en números menores, esta masa de población ha conformado el centro de gravedad de Europa. En los últimos 300 años, este centro de gravedad en términos de masa de población ha perdido su importancia en la política de poder.

La ardua lucha de Alemania por su Lebensraum hasta el comienzo de la guerra.

El ser humano no vive sólo de teorías. No viva de frases y tampoco vive de programas. El ser humano vive de lo que el espacio vital a su disposición le proporciona en términos de alimentos y materias primas y por lo que entonces es capaz, gracias a su industria, de obtener de él a través del trabajo. Ni qué decir tiene que el espacio vital es de importancia máxima, por supuesto. Dado que mientras que un pueblo grandemente industrializado pueda sobrellevar una existencia soportable incluso en el más modesto de los espacios vitales, llegará un tiempo en que la discrepancia entre los números de la población y del espacio vital, el Lebensraum, se vuelvan demasiado grandes. Esto entonces llevará a la restricción de la vida, incluso al fin de la vida.

Y entonces, desde que ha habido una Historia de la Humanidad, esta Historia no ha consistido en otra cosa que en el intento de llevar la armonía a los números naturalmente crecientes de un pueblo con su espacio vital. Esto ha significado bien adaptar el espacio vital a los números del pueblo o adaptar los números del pueblo al espacio vital.

Der Führer spricht!

El camino escogido por todas las naciones vigorosas sobre la Tierra ha sido el primero: adaptar el espacio vital a los números del pueblo. Esta es la manera natural desde que la Providencia situó al ser humano sobre esta tierra y se la cedió como campo de juego para la base de su existencia. La Providencia no ha iniciado al hombre en sus designios. No ha asignado a los pueblos ciertos espacios vitales. En su lugar, la Naturaleza ha situado a estos seres sobre esta tierra y les ha dado libertad. Aquel que quiere sobrevivir se reafirma. El que no se puede reafirmar no puede vivir. Perecerá. Esto es duro, pero también un justo principio. La Tierra no está para los pueblos cobardes ni para los débiles ni para los vagos. La Tierra está ahí para el que la toma y la trabaja. Esta es la voluntad de la Providencia. Esto es el motivo por el que ha puesto al ser humano sobre la Tierra, junto con los otros seres y le ha trillado el camino, haciéndole libre para tomar sus propias decisiones, para que lidere su propia lucha por la supervivencia.

Si fallara en esta lucha, si se volviera débil a la hora de reafirmar su existencia, entonces la Providencia no se apresurará a acudir en su ayuda. En su lugar, lo sentenciará a muerte. Justo es que sea así. Otros seres humanos vendrán. El espacio no permanecerá vacío. Lo que un hombre pierde, otros lo toman. Y la vida continúa de acuerdo con su propio ritmo eterno sin tener cuenta a los débiles.

La tierra es un trofeo de competición. Es un trofeo que pasa a las manos de aquellos pueblos que lo merecen, que demuestran que son lo suficientemente fuertes en su lucha por la existencia, que aseguran la base para su propia existencia. Es un trofeo que es arrebatado a aquellos pueblos que se vuelven débiles, que no se atreven a poner en riesgo la vida de una generación para asegurar la vida de las generaciones futuras. El derecho sobre este terreno es concedido en igualdad de oportunidades a todos estos pueblos. En esta Tierra, ningún inglés tiene más derechos que un francés, ningún francés tiene más derechos que un ruso, ningún ruso tiene más derechos que un alemán, ningún alemán tiene más derechos que un italiano y así sucesivamente. La fuerza determina el derecho sobre el espacio. Y la fuerza no es otra cosa que una expresión de un saludable sentido de la reafirmación. Los pueblos que comienzan a perder esta fuerza ya no son saludables y en consecuencia pierden su derecho sobre este espacio.


El monstruoso Imperio Británico en su máxima extensión, no mucho mayor que la actual.

Cuando contemplamos a la Alemania de hoy a la luz de esta consideración, entonces, mis jóvenes compañeros, reconocemos un hecho que causa gran alegría: ciertamente, hay un Imperio Británico, pero sólo hay cuarenta y seis millones de ingleses en su patria. Hay un gigantesco estado americano, pero entre sus ciento treinta millones de habitantes, apenas hay sesenta y cinco millones de verdaderos anglosajones, y eso es todo. El resto son negros, judíos, latinos, irlandeses, alemanes y así sucesivamente. Hay un gigantesco estado ruso. Sin embargo, no tiene ni siquiera sesenta millones de verdaderos rusos. El resto consiste, en parte, de razas mayormente inferiores. También esta Francia, que se expande sobre nueve millones de kilómetros cuadrados de tierra y con más de cien millones de habitantes, pero entre ellos hay a lo sumo quizás treinta y siete millones de verdaderos franceses que deben sostener la estructura.

Pues bien, aquí estamos nosotros, mis jóvenes compatriotas, un estado de un total de ochenta y dos millones de germanos. En la actualidad, somos la estructura política de una sola raza más numerosa étnicamente que existe sobre la tierra, con la excepción de China. Aquí hay un pueblo que en términos numéricos es el estado más poderoso sobre la Tierra. Y más allá de esto, es también el mejor pueblo en términos de valor, un valor que al final se traduce en la calidad del soldado. Un pueblo que no ensalza las virtudes soldadescas es como paja sobre esta Tierra: se lo llevará el viento. Sin embargo, un pueblo que posee tanto metal como el alemán sólo necesita desarrollar sus valores y aplicarlos. Entonces nadie puede arrebatarle el futuro.

El Führer pasa revista a sus victoriosos soldados en Varsovia.

Y ahora os pido que seáis conscientes en cada momento que en vuestras manos reside el honor de un gran pueblo, el honor no sólo de vuestra generación sino también el de las generaciones pasadas. En cada momento, no os contemplan sólo los ojos de los millones de vuestros contemporáneos vivos, sino también los ojos de aquellos que los cerraron antes sobre esta tierra. Ellos os miran a través del pasado y de la inmortalidad y buscarán determinar hasta qué punto estáis cumpliendo con esos deberes que otros hombres antes de nosotros cumplieron tan gloriosamente. Cuando levantamos esta sagrada bandera de honor y de sentido del deber y cuando seguimos esta bandera con fidelidad, ¡entonces el objetivo que todos perseguimos no puede ser otro que la victoria de la Gran Alemania!

La conclusión del Führer, afirmando la certeza de la victoria de Alemania, ha animado al Mariscal Göring, presente en el Palacio de Deportes, y a la audiencia reunida, a conjurarse de nuevo en un juramento de lealtad al Führer.  Göring ha pronunciado las siguientes palabras:

La fortaleza y la fuerza del primer soldado han sido invocadas sobre vosotros.  ¡Que la fuerza del Führer os empuje!

Sieg Heil!

3 comentarios:

  1. Hitler está contento. La Campaña Noruega está a punto de concluir y la invasión de Francia va a ir mucho mejor de los esperado.


    PD: Espero que hayas pasado un buen puente jejeje

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  2. El Führer no se puede ni imaginar la cantidad de alegrías y penas que le depara el porvenir. Si hubiera muerto en cualquier momento después del 20 de junio de 1940 y antes del 22 de junio de 1941, quizás la historia se habría escrito de otro modo...

    Saludos. El fin de semana estuvo repleto de combates, como no podía ser de otra forma.

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  3. el año 1941 el combate es intenso sobretodo en Rusia. solo falta un mes para la operación Barabarroja "el mundo contendrá el aliento"

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