lunes, 16 de agosto de 2010

El derribo de James Nicolson - 16/08/1940.

Camaradas,

El día amanece cubierto, pero las predicciones auguran que se aclarará. Los informes de la Inteligencia alemana establecen que las pérdidas de la RAF han sido tan elevadas que tan sólo disponen de 450 aviones operativos a los que habría que añadir tal vez 300. La cifra de nuestra inteligencia no va muy desencaminada, dado que los propios británicos reconocen que su fuerza de caza actual es de 570 cazas de primera línea con 100 Defiants, Blenheims y Gladiators adicionales a los que podrían recurrir. A pesar de esta trágica situación, los británicos se jactan de que su construcción de aviones de caza va viento en popa, con 450 Spitfires y Hurricanes nuevos cada mes frente a los 150 Bf 109s que produce Alemania. Quien no se contenta es porque no quiere. Además, la Luftwaffe dispone de 1.560 pilotos frente a 1.380 por parte de la RAF.

 No queda mucho para que la RAF deje de poder enviar escuadrones a los cielos de Gran Bretaña.

La mañana termina por aclararse, y a mediodía la Luftwaffe ataca Inglaterra por tres frentes. El primero justo a la altura de Dover, por donde más de 100 bombarderos Do17 y cazas Bf109 se dirigen al Estuario del Támesis. Una fuerza aún mayor se dirige entre Brighton y Folkestone y una tercera que ha despegado desde Cherburgo se dirige hacia el área de Southampton y Portsmouth.

12:15: La formación que se aproxima a la costa de Kent hacia Folkestone es interceptada por tres escuadrones británicos que decide penetrar a la fuerza por el medio de la formación de bombardeos con la esperanza de romper su formación. El combate aquí acaba resultando fiero y despiadado con los cazas y bombarderos serpenteando de un lado a otro. El cielo se llena de centenares de formas oscuras maniobrando de manera espectacular. La Luftwaffe pierde diez aparatos por seis la RAF.

Espectacular fotografía de un Messerschmitt en el momento en que se precipita al mar en el puerto de Folkestone.  Arriba, el caza inglés que lo ha alcanzado.

13:00: Una gran formación de la Luftwaffe alcanza la costa al este de la Isla de Wight. Se trata de bombarderos en picado Ju 87 que se dirigen hacia el aeródromo de Tangmere. Los habitantes de los pueblos cercanos y el personal del aeródromo disfrutan de una clara vista de los bombarderos de alas de gaviota a medida que efectúan picados casi verticales contra el aeródromo. Los pasajeros de un tren eléctrico que rueda por la zona también pueden ver cómo los hangares y los edificios explotan cuando las bombas alcanzan sus objetivos. Varios Hurricanes y Blenheims son destruidos en el interior de sus hangares.

13:10: El aeródromo de Tangmere es ahora víctima de los Ju 88 de la Luftflotte 3 que lo alcanza con gran precisión. Ni un solo edificio o hangar del aeródromo sale ileso. Los aviones de la RAF son aplastados tanto en el interior de los hangares como en el exterior. En total, catorce aviones son destruidos en tierra.

La estación de radar de Ventnor, reparada después de haber sido destruida el pasado 12 de agosto, es el siguiente objetivo de la Luftwaffe. Cinco Ju 87 la martillean durante cinco minutos y con su bombardeo de precisión la dejan fuera de servicio, esta vez por muchas semanas. A lo largo del estrecho de Solent, la extensión de agua que separa la Isla de Wight de Gran Bretaña, los Ju 88 atacan con gran éxito las instalaciones antiaéreas a la entrada del Puerto de Portsmouth.

Otros ataques de la Luftwaffe golpean las instalaciones navales de Gosport y Lee en Solent. Los Ju 88 y BF 110 bombardean Gosport con severidad dañando varios edificios y matando a numeroso personal.

El bisoño Teniente James Nicolson.

13:45: Tres Ju 88 aparecen de nuevo sobre Solent. Uno de los pilotos británicos que avistan al trío de bombarderos es el Teniente James Nicolson a bordo de un Hurricane. Es un novato; de hecho, esta es la primera vez que se halla tan cerca del combate como para tomar parte en él. Vira y se lanza en picado para mejorar su formación a costa de perder su puesto en el escuadrón de Hurricanes. Entonces observa un escuadrón de Spitfires que ataca a los Ju 88 y vuelve a virar para unirse al combate. Pero de pronto, mientras se está concentrando en la lucha que tiene lugar delante de él, una descarga de fuego de cañón destroza su cabina. El piloto queda parcialmente cegado por la repentina ráfaga de aire gélido que lo envuelve y por la sangre que mana de una herida en su frente y cae sobre sus ojos.

El Hurricane de Nicolson, en llamas.

Confuso, y sin saber que un Bf 110 se enuentra s su cola, es alcanzado de nuevo. Esta vez por otro cañón que agujerea su tanque de combustible de reserva y en un segundo el Hurricane está envuelto en llamas. Es alcanzado otra vez, ahora por fuego de ametralladora, y las balas que penetran en toda la longitud del avión terminan hiriéndolo en la pierna y arrancando parte de sus pantalones. Perdiendo velocidad, gira el avión a ciegas lejos del caza bombardero que lo persigue. Nicolson endereza el Hurricane que despide humo y llamas y con su cabina hecha pedazos se lanza en picado en persecución del Bf 110. Se encuentra a sólo 200 yardas del Bf 110. Llamas y humo crepitan del panel de instrumentos con gas que sale disparado de los instrumentos.

13:50: Nicolson tiene al 110 en su punto de mira. Encoge el dedo sobre el gatillo, haciendo que su mano gravemente herida se encoja de dolor. De pronto, el humo envuelve al Bf 110, que gira y cae en picado describiendo espirales hacia el mar. Nicolson se quita el harnés de encima con desesperación y tira de su inútil pierna izquierda. Se arroja de cabeza fuera de la bola de fuego que antaño fuera su Hurricane. Cae unos 5.000 pies antes de darse cuenta de que tiene que tirar del cordón del paracaídas.

Postal conmemorativa de la acción de James Nicolson.  Un piloto británico con un solo derribo elevado a la categoría de héroe.  Si el criterio de concesión de condecoraciones del Reich fuera tan laxo, no habría metal en Alemania para forjar las cruces de hierro necesarias.

Cuando está a punto de alcanzar el suelo, tropas de la Guardia Nacional lo disparan, ignorando sus gritos desesperados de que no es un piloto alemán.  Por suerte para él, no es herido mortalmente.  Una vez en tierra, Nicolson ve con su ojo bueno que la sangre mana través de los agujeros de los cordones de su bota izquierda, su chaqueta de vuelo está quemada y al cristal de su reloj de pulsera se ha derretido. Por esta acción, los británicos le conceden la Cruz de la Victoria.

Es lebe unsere Luftwaffe!

1 comentario:

  1. Pues se la mereció. A ver si tú hubieses tenido el valor de hacer lo mismo.No lo creo. Los héroes lo son por sus acciones, supremas en uno o más momentos decisivos, no por las palabras. Te felicito por la descripción de los hechos, Lupulox. Su efecto es hacer brillar más la valentía, el arrojo y el coraje de este joven que defendía a los suyos, a su patria, a su gente. Jóvenes así los hay en todas las naciones, culturas y situaciones, cualesquiera que sean, en todas las épocas, por ello se merecen el máximo honor, por ser capaces de dejar su vida por los demás. Gloria a ellos.

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