Camaradas,
El 16 de octubre, mientras el Alto Mando Soviético evacuaba
Odessa, asediada por el
Cuarto Ejército Rumano, y transfería la mayor parte de las unidades evacuadas a Crimea, el LIV Cuerpo de Ejército del General
Erik Hansen se estaba preparando para la penetración al interior de la Península de Crimea justo al norte de la estrecha franja de terreno en Ishun, en extremo sur del Istmo de Perekop por donde
Manstein pretende introducir su
Undécimo Ejército tras haber logrado asegurar su retaguardia merced a la tenacidad de sus tropas y a la maniobra de cerco del
Primer Grupo Panzer durante la
Batalla del Mar de Azov.
Manstein, a las puertas de Crimea. Nótese al sur, en Sebastopol, la llegada del Ejército Costero del General Petrov desde Odessa.
El Cabo Heinrich Weseloh y el Soldado Jan Meyer del 2º Batallón, 16º Regimiento de la
22ª División de Infantería acababan de llegar a las posiciones de partida para el ataque. La tarde del 17 de octubre se estaba aposentando sobre el
Sivash, la marisma salina que separa Crimea del continente. El terreno surcado de cráteres de Perekop y las casas de Ishun presentaban un aspecto fantasmagórico bajo la luz del ocaso. Hacía frío, y había humedad en el aire.
A la derecha de los dos soldados de infantería un observador adelantado de artillería se encontraba sobre sus rodillas, cavando un agujero en el que pasar la noche. A su izquierda se encontraban los hombres de su propia unidad, también cavando. Weseloh y Meyer se echaron también al frío terreno y comenzaron a cavar un agujero en el que procurarse cobijo nocturno.
El Istmo de Perekop e Ishun, por donde Manstein pretende irrumpir.
Sus herramientas de trinchera resonaban suavemente mientras golpeaban el suelo. El agujero se iba haciendo más profundo hasta que finalmente pudieron deslizarse dentro.
“Dicen que abajo en la costa todavía hace calor en esta época del año,” dijo Weseloh. Jan Meyer asintió. Pensó en su granja en Hanover y lanzó un juramento:
“¡Esta maldita guerra!” “No puede durar mucho más,” lo consoló Weseloh.
“Hace nada, en la estepa, tomamos a casi 100.000 prisioneros. Hace tres semanas, en Kiev, fueron capturados 665.000, y un poco antes, en Uman, otros 100.000. Dicen que hasta entonces se habían capturado a 650.000 prisioneros en el Frente Central. Y en Vyazma y Bryansk parece que hace tan sólo unos días hemos hecho otra buena bolsa de otros 660.000 prisioneros. Suma todo eso. Hace más de dos millones.”
“Yo diría que hay tantos rusos como siempre,” Gruñó Jan Meyer. Justo entonces un caza soviético
IL-15 sobrevoló sus posiciones, disparando varias veces con su cañón. Escombros salieron despedidos al aire. Los soviéticos disfrutaban de un completo dominio del aire allá en el sur del frente. Incluso el Comandante
Gotthardt Handrick, con su “As de Corazones,” el 77º Escuadrón de Cazas, era incapaz de hacer nada acerca de ello. Los soviéticos lo sobrepasaban ampliamente en número. Además de los caza-bombarderos, los soviéticos disponían de dos formaciones de 200 IL-15 e IL-16 en acción permanente. Por vez primera, las tropas alemanas se veían obligadas a emplear profusamente sus herramientas de trinchera.
Infantería alemana cuerpo a tierra.
En ese momento, cavar un hoyo se ha convertido el primer y más importante mandamiento de la infantería durante la batalla de Crimea. En todo el yermo terreno de la estepa salina de Ishun no había otra cobertura que un agujero en la tierra. Y allá donde la Fuerza Aérea Soviética no golpeaba, lo hacía la artillería soviética. Ésta se encontraba desplegada en posiciones bien camufladas, a menudo protegidas por cemento armado y placas de blindaje; tenía a su alcance una serie de objetivos bien escogidos y a menudo desataba una tremenda y repentina andanada de fuego concentrado. La artillería alemana se veía en serios aprietos a la hora de contestar a las baterías rusas.
Infantería soviética camina por las marismas de Ishun: el inhóspito Sivash.
En esas circunstancias, la única protección la proporcionaba un pozo de tirador bien cavado. Y no sólo para la infantería: cada vehículo, cada cañón, cada caballo, tenía que ser escondido de la misma forma varios pies por debajo de la superficie.
La noche caía sobre Ishun durante la noche del 17 al 18 de octubre. En sus posiciones entre el mar negro y las marismas de sal, la infantería aguardaba al amanecer. Los soviéticos también esperaban. Sabían que algo iba a suceder y organizaban febrilmente la defensa de la vital península. Dos días antes, el 16 de octubre, Stalin había evacuado Odessa, que había estado rodeada por el Cuarto Ejército Rumano desde primeros de agosto. El Ejército Costero del General Petrov ayudaría a defender Crimea. Por medio de transportes navales improvisados, el Ejército Costero de Petrov se dirigía hacia Sebastopol, lo que todos consideraban un movimiento acertado. Dado que si Manstein conseguía adentrarse en Crimea, Odessa en cualquier caso habría perdido su importancia como puerto y base naval en el Mar Negro. Era mucho más importante mantener Crimea y, sobre todo, Sebastopol. La rápida retirada por mar de todo un Ejército desde Odessa constituía una operación audaz que pocos habrían creído posible de la Unión Soviética, inexperta como era en las acciones navales.
Soldados soviéticos de Infantería de Marina desembarcan en Sebastopol recién llegados de Odessa.
A bordo de treinta y siete grandes transportes con un total de 191.400 toneladas de registro bruto, y en una amplia variedad de embarcaciones grandes y pequeñas, el grueso del Ejército Costero, entre 70.000 y 80.000 tropas, habían sido embarcadas en el transcurso de una sola noche y, sin ser detectadas por la Lufwaffe alemana, habían partido hacia Sebastopol. Todo hay que decirlo, sólo los hombres habían sido evacuados, habiendo quedado atrás los caballos y los vehículos de motor. Las piezas de artillería pesada habían sido arrojadas al puerto porque no había grúas de carga. El 57º Regimiento de Artillería Soviética había subido a bordo sin un solo cañón, un solo vehículo ni una sola pieza de equipo.
Las fuerzas de Petrov habían sido enviadas a la acción en el frente de Ishun en marchas forzadas nada más llegar a Sebastopol – agotadas, andrajosas y pobremente equipadas.
Soldados alemanes examinan la situación sobre un mapa.
Para su ataque a través del istmo Manstein había desplegado a las tres divisiones del LIV Cuerpo de Ejército. De hecho, no había espacio para más unidades en el estrecho corredor de 6,5 kilómetros de anchura. De izquierda a derecha se encontraban las Divisiones de Infantería
22ª,
73ª y
46ª así como partes de la
170ª. Detrás de ellas se encontraba el XXX Cuerpo con la
72ª División de Infantería, el grueso de 170ª y la
50ª División de Infantería. Sobre la carretera, con la misión de seguir a los cuerpos en vanguardia del Undécimo Ejército, estaba el XLII Cuerpo con las Divisiones de Infantería
132ª y
24ª. Los Cuarteles Generales del Führer habían puesto este cuerpo a disposición de Manstein a condición de que sus divisiones fueran llevadas lo antes posible al área de Kuban desde Kerch, con el objeto de avanzar hacia el interior del Cáucaso.
A las seis divisiones de Manstein se enfrentaban ocho divisiones del 51º Ejército Soviético; a ellas habría que añadir cuatro divisiones de caballería, así como las tropas de fortaleza y brigadas navales de Sebastopol. Hacia el frente se dirigían también las unidades del General Petrov recién llegadas de Odessa.
Todo listo para el asalto.
Parecía como si la noche no fuera a terminar nunca. Los observadores avanzados se tumbaban detrás de sus telescopios de trinchera. Los soldados de infantería se encogían en sus pozos de tirador de dos hombres, apretujados, temblando. Inmediatemente detrás de las posiciones de infantería más avanzada se encontraban los cañones de la artillería media y los Nebelwerfer que iban a ser empleados allí por primera vez en el sector del Undécimo Ejército. Estaban escondidas por terraplenes de tierra y redes de camuflaje. En posiciones más atrasadas se encontraba la artillería pesada con sus cañones de 15 y 21 cm.
La infantería y la artillería alemana, lista para atacar.
A las 05:00 horas del 18 de octubre, un gigantesco trueno rasgó el amanecer gris. La batalla por Crimea daba comienzo con un tremendo bombardeo de artillería por parte de todos y cada uno de los cañones del Undécimo Ejército. Era un infierno de ruido estrepitoso, resplandores de fuego, fuentes de barro, humo y hedor. Con un rugido y un grito los cohetes de los
Nebelwerfer con sus colas ardientes volaron hacia las posiciones enemigas, rociando a los defensores del istmo de Ishun con una lluvia de acero y fuego. Eran las 05:40. En infierno se había desatado tan sólo 100 metros por delante de las posiciones de los regimientos de asalto. Durante un momento, la artillería guardó silencio. Entonces comenzó de nuevo, pero esta vez los proyectiles estallaban más lejos: los cañones habían aumentado su alcance. Ésa era la señal para la infantería. Los soldados salieron de sus pozos de tirador.
“¡Adelante!” Cargaron. Las ametralladoras escupían fuego de cobertura. Los morteros mantenían callados a los puntos fuerte enemigos. Pero el bombardeo de artillería alemán no había dejado fuera de combate a los soviéticos resguardados en sus posiciones cuidadosamente preparadas durante largo tiempo. Las ametralladoras rusas abrieron fuego. La artillería soviética disparó salvas bien apuntadas y una y otra vez forzaron a los atacantes a cubrirse.
Un soldado soviético con un bonito bigote hitleriano detecta el comienzo del avance alemán.
Tan sólo paso a paso pudieron los soldados de infantería de la Wehrmacht avanzar. En el ala izquierda, el Coronel Haccius de la 22ª División de Infantería de la Baja Sajonia logró penetrar las líneas enemigas con sus batallones del 65º Regimiento de Infantería y capturó el risco fortificado de tierras altas que bloqueaba el paso. Pero el fuego pesado enemigo le obligó a atrincherarse.
Soldados alemanes en combate.
Las cosas no fueron tan bien en el sector del 47º Regimiento de Infantería. Las compañías de asalto quedaron atascadas en frente de un poderoso obstáculo de alambre de espino y fueron masacradas a tiros pos los soviéticos. Los que no cayeron muertos tuvieron que retroceder. El 16º Regimiento de Infantería de la 22ª División de Infantería tuvo que ser traído desde las posiciones de reserva; efectuó un ataque por el flanco y arrolló las defensas soviéticas en frente del 47º Regimiento. Sólo entonces pudo reanudarse el avance. Los así llamados Héroes del Túmulo de Assis, un montículo de tierra que dominaba un terreno por lo demás completamente llano, fue asaltado por hombres del 47º Regimiento de Infantería. Pero los rusos no se rindieron. Murieron en sus pozos de tirador y en sus trincheras.
En pleno ardor del combate.
En el sector de la 73ª División de Infantería, a la derecha del 22ª División de Infantería, los regimientos también ganaron terreno paulatinamente. Y en el flanco derecho las unidades de las Divisiones de Infantería 46ª y 170ª se abrieron paso hasta el interior del sistema de defensas soviético poderosamente fortificado.
Los zapadores emplean lanzallamas contra los reductos de resistencia soviéticos.
Pero estas defensas profundamente escalonadas parecían no tener fin – obstáculos de alambre de espino y más obstáculos de alambre de espino, espesos campos de minas con minas construidas en madera que no respondían a los detectores de los zapadores, así como lanzallamas a control remoto. Además, tanques enterrados e incluso minas marinas detonadas eléctricamente completaban estas “plantaciones del diablo” con las que los zapadores alemanes debían lidiar.
Dantesca ilustración de los combates cuerpo a cuerpo que han tenido lugar en Ishun.
Una posición tras otra hubo de ser tomada por la infantería en una costosa lucha a través de estas defensas de varios kilómetros de profundidad. A menudo, la situación la salvaba sólo la artillería de asalto que apoyaba a la infantería: los torpes monstruos del 190º Batallón de Artillería Autopropulsada StuG aplastaron los obstáculos de alambre y las casamatas abriendo el paso a las compañías de infantería.
Uno de los escasos Sturmgeschütz con que ha contado Manstein para el asalto a través de Ishun. Todos y cada uno se han revelado vitales.
La batalla se ha prolongado durante ocho días – ocho veces veinticuatro horas. Finalmente, la entrada a Crimea ha sido forzada en varios puntos. Ni siquiera el Ejército Costero de Petrov ha sido capaz de evitarlo. De acuerdo con el Coronel Soviético P. A. Zhilin, ese Ejército ha perdido la mayoría de sus hombres y de su escaso equipo durante los tres últimos días de combate por el istmos. Zhilin ha atribuido esas grandes pérdidas a “ataques de tanques alemanes en masa.” Pero está equivocado. Manstein no dispone de formaciones de tanques en absoluto. Tan sólo cuenta con las dos docenas de cañones autopropulsados del 190º Batallón del Comandante Vogt, conocidos como los Leones por su insignia que, junto con la 170ª División de Infantería, han logrado aplastar decisivamente al Ejército Costero de Petrov.
Sieg Heil!
Von Finnland bis zum Schwarzen Meer!