Camaradas,
Tras celebrar la Navidad con sus soldados, el Führer llegó el 28 de diciembre a su residencia en Obersalzberg para descansar una temporada. Sin embargo, no ha dejado pasar la ocasión del Año Nuevo y ha dirigido al pueblo alemán el siguiente mensaje radiofónico:
Un año rico en acontecimientos históricos acaba de terminar. El carácter único de estos acontecimientos, su significación revolucionaria para la marcha futura de la Humanidad sólo podrán ser reconocidos en su conjunto por las generaciones venideras. Nosotros no podemos dejar de sentir la impresión de que la fuerza de la Providencia es mayor que las intenciones y la voluntad de los individuos.
Aunque los enemigos de Alemania se hallen en posesión de las riquezas naturales más considerables del mundo, no han logrado siquiera cubrir las necesidades de sus pueblos. La avidez de lucro, la corrupción, la pereza y también la incapacidad de los gobernantes de las democracias plutocráticas se oponen a la aplicación de todos los métodos y medidas que pueden poner obstáculos al egoísmo sin límites del individuo para favorecer a la comunidad.
Esos elementos, que además de dirigir la política de los países demócratas son propietarios o accionistas de fábricas de armamentos han creído y creen aún que la guerra les producirá los mayores beneficios. Sobre todo una guerra larga, porque el interés de los capitalistas consiste en aprovechar durante todo el tiempo posible los fondos que han colocado en la industria bélica.
Las tentativas que hice en 1939 para evitar la guerra con la Gran Bretaña y Francia no sólo tropezaron en todo el mundo democrático con una negativa glacial, sino que incluso provocaron una furiosa indignación. Se había propagado la mentira tonta e infame de que Alemania e Italia querían conquistar el mundo mientras que la verdad era que los antiguos conquistadores del universo necesitaban una nueva guerra para aumentar el rendimiento de sus capitales.
Los grandes triunfos militares.
Desfile de la Wehrmacht en París.
El año 1940 ha visto desarrollarse decisiones de una grandeza y de una rapidez sin precedentes en la historia de los pueblos.
A las afirmaciones de ciertos propagandistas ingleses, según los cuales Francia cesó la guerra cuando aún era capaz de resistir y sin verse obligada a ello, hay que contestar que fueron las divisiones inglesas quienes cesaron las primeras el combate para poder embarcar, haciendo cubrir su retirada por tropas holandesas, belgas y francesas.
El Ejército, la Marina, la Aviación y las formaciones de las SS han rivalizado en valor en todos los encuentros y acciones. La dirección del Ejército ha sabido solucionar las más grandes tareas. El valor del soldado alemán ha estado, como siempre, por encima de todo elogio. Pero también la Patria ha tenido una buena parte en este éxito inmenso.
Todas las organizaciones del Partido y del Estado han dado sus pruebas de ello. Cuando la campaña del Oeste terminó, me dirigí a Inglaterra para cesar inmediatamente esta guerra que en el fondo no tiene sentido, y para evitar a Europa y sus habitantes los sufrimientos de una guerra semejante. La respuesta que recibí respondía a los intereses de los que la dieron.
Hasta el aniquilamiento de los responsables.
Muerte a las mentiras. El Nacionalsocialismo atenaza con un puño fuerte al marxismo y al capitalismo, distintas caras de la misma serpiente.
De esta manera, la guerra continuará hasta el aniquilamiento de los responsables. El Ejército alemán ha hecho sus pruebas. Pero he decidido que sea aún mejor en los meses próximos. Esta decisión será realizada escrupulosamente y sin desmayo. El año 1941 verá al Ejército, la Marina y la Aviación del Reich sensiblemente reforzados y aún mejor equilibrados.
Bajo sus golpes, las últimas frases de los belicistas se desvanecerán y se crearán así las condiciones para una verdadera unión e inteligencia de los pueblos. Los belicistas democráticos que desde hace lustros sumen al mundo en crisis y disturbios incesantes habrán de ser aniquilados. Estamos firmemente decididos a cumplir este castigo con el fin de que la paz europea sea restablecida. Churchiíl y sus cómplices internacionales declaran hoy que defienden su mundo y que éste no puede existir al lado del nuestro. Si es así, tanto peor para ellos. El mundo alemán, del mismo modo que el mundo italiano, ha terminado con la era de los privilegios de algunos capitalistas plutócratas y ha inaugurado en su lugar la era del pueblo. En esta guerra no será la suerte la que ganará, sino el Derecho. Y el Derecho está de parte de los pueblos que luchan por su existencia amenazada.
La Alemania Nacionalsocialista, la Italia fascista y el Japón, su aliado, saben que en esta guerra lo que está en juego no es un régimen ni una construcción internacional futura, sino exclusivamente el hecho de determinar para siempre si esta tierra está o no reservada para unos y prohibida para otros. En la lucha de los privilegiados plutocráticos contra los derechos del pueblo Nacionalsocialista, será éste el que triunfe. Con esta fe empezamos el año 1941.
La cooperación de Italia y la guerra aérea.
Desde junio de 1940 la Italia fascista se encuentra a nuestro lado, tan decidida como nosotros a luchar y dirigir esta guerra. Su lucha es la nuestra, sus esperanzas, las nuestras, y resulta pueril la idea de los que creen poder alterar en algo el final del conflicto llevando a cabo acciones separadas. El señor Churchill ha obtenido ya un creciente número de pseudos-victorias que siempre han acabado revelándose como fracasos.
Después de septiembre habrán comprendido los ingleses que lo que nos impidió replicar antes a los actos criminales de Churchill fue un sentimiento do humanidad. En lo sucesivo, llevaremos la guerra hasta sus últimas consecuencias: es decir, hasta que sean eliminados los belicistas responsables de lo que ocurre. Cuando dijimos que por cada bomba arrojada contra la población civil nosotros lanzaríamos diez y si era preciso ciento, no pronunciábamos una frase hueca. Aquello era la expresión de nuestra mas enérgica resolución.
Los que no tienen nada y quieren conseguir algo.
Un político americano ha dicho que la lucha actual no es, en fin de cuentas, más que una tentativa de loa que no tienen nada por conseguir algo. Estamos completamente de acuerdo. Mientras que el resto del mundo se afana por quitar a los desheredados los escasos bienes que les pertenecen —como hizo antes del advenimiento del régimen Nacionalsocialista—, nosotros nos enfrentamos con los que lo tienen todo para luchar por los derechos de los que nada poseen y asegurarles la parte que les corresponde en las riquezas de la tierra. Y al luchar por la felicidad de los pueblos creemos merecer la bendición de la Providencia. Hasta ahora, Dios ha aprobado nuestra lucha. No nos abandonará en el porvenir si cumplimos con nuestro deber con fidelidad y valor.
Sieg Heil!