Camaradas,
El frío de estos días en Berlín es como un frío de la taiga siberiana: con sol. Un sol que unta de luz el cielo, alguna que otra fachada y la torre de cualquier iglesia. Un sol sin fuerza, sin vitaminas térmicas que presencia, imperturbable y escéptico, los veinte grados bajo cero de las calles. Camina uno por ellas dejándose la nieve helada. Pero no hay que quejarse demasiado de esta crueldad berlinesa porque hasta los niños recién nacidos, las mamás los sacan en sus cochecitos, como siempre, y los pequeños no lloran. Contemplando este espectáculo de audacia maternal y de heroísmo colectivo desde la más tierna infancia, un observador extranjero habría llegado a pensar en algún momento si no se habrá equivocado de tren o de barco y llegado a Nicaragua.
Victoria en el Oeste.
Daba envidia hoy, sin embargo, observar a los soldados alemanes medio desnudos, barnizados por el sudor, con pañuelos blancos y ramas en la cabeza, que-avanzaban por Flandes y por el norte de Francia en plena primavera. Esto ocurre en la película "Sieg im Westen"—“Victoria en el Oeste"— que se ha proyectado hoy por primera vez en Alemania.
Era difícil imaginarse, por ejemplo, que un combate entre tanques que se atacan con furia a cien metros de distancia aproximadamente pudiese quedar impresionado en primer plano. El gran fracaso, la catástrofe de los carros de asalto franceses, que acaban por parecer de cartón, hasta tal punto son fulminados en poco tiempo por los acorazados alemanes de tierra, aparece en la película con una claridad y una precisión desconcertantes. Era difícil también sospechar que los servicios de propaganda del Tercer Reich sirvieran un día en bandeja ante cualquier público el espectáculo infernal de la destrucción de los fuertes de Lieja y de la ruptura —saltando en pedazos— de la línea Maginot. Si se piensa que en tres mil quinientos metros de cinta han sido concentrados los episodios fundamentales del paso dé las tropas alemanas por Holanda, Bélgica y Francia; que se ve vadear los ríos y los canales; que la técnica de los Stukas aparece más clara que nunca; que se entra con los primeros soldados exploradores en muchos pueblos y ciudades y que se asiste a la acción —a la salida del proyectil y a sus efectos— de cañones fabulosos, se comprenderá toda la velocidad de esta película que expresa de esta manera también el vértigo de aquella victoria.
Señalaremos también la caballeresca de este documental: El enemigo nunca es ridiculizado o disminuido en su angustioso esfuerzo. Ningún detalle de ensañamiento con el adversario. Sólo aparecen dos momentos de sátira suavizada: una escena de reembarque de tropas inglesas en pleno delirio de alegría porque abandonan Francia y la entregan a su propia suerte y las divisiones selváticas en un campamento de negros al servicio de los Aliados; todo ello impresionado por los servicios de propaganda del adversario. “Sieg im Westen” trata. de probar, fundamentalmente, y lo prueba con celuloide tomado a las naciones vencidas, que éstas preparaban el golpe contra Alemania a través de las mismas tierras por las que tuvieron que anticiparse a pasar los soldados del Führer. Disfrútenla.
Es lebe Deutschland!
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