Camaradas,
Alemania puede estar orgullosa de realizar, en plena guerra, un movimiento migratorio de los mayores que se recuerdan en la Historia. Cuatrocientos mil alemanes regresan al Reich procedentes de los países bálticos, del Tirol italiano y de las tierras habitadas por los alemanes de Volhinia.
Ubicación de los Volksdeutsche en el este de Europa en 1932.
Realizar un traslado de 400.000 hombres, entregarse a la colonización de las regiones orientales al mismo tiempo que se hace frente a las necesidades de una guerra capital, no es empresa que se haga todos los días. El caso de las dificultades francesas para una mediana evacuación en Alsacia-Lorena es una buena prueba de ello. La historia de estos alemanes que, en tres grandes grupos –Galitzia, Volhinia y provincia de Bialystok-, forman una inmigración de 130.000 almas movilizadas a la voz de un solo hombre, el Führer, forma un calvario ininterrumpido. Esta gran familia campesina está constituida por los descendientes de los que hace un siglo salieron del Mecklemburgo nórdico o del meridional Würtemberg, de tierras del Palatinado, donde no había espacio material para ocupar como colonizadores las tierras desiertas del Este.
Llegada al Reich del buque Ozeana con 827 Volksdeutsche a bordo procedentes de los países bálticos.
Unos 250.000 vivían con los ucranianos rusos antes de la guerra en Volhinia. De aquellas tierras, renacidas por su trabajo, fueron evacuados por el mar de Rusia. Después, los que volvieron sufrieron bajo los polacos, dueños nuevos de aquellas tierras, como vasallos de los grandes latifundistas y víctimas de la especulación judía que sabe enriquecerse incluso a costa de la misma pobreza. Al final, se encuentran de nuevo entre sus hermanos alemanes, después de haber realizado, en treinta y dos días, un traslado en masa que acaso sea el mayor que conoce la Historia.
El penoso viaje de los Volksdeutsche de Volhinia.
Aparte de la valiosa aportación que supone para el Reich la incorporación de estos alemanes de Volhinia, estos Volksdeutsche, es interesante saber, como símbolo, que estas gentes que realizan el penoso viaje en pleno invierno y con temperaturas verdaderamente espantosas, igual que los del Báltico y los del Tirol, vienen de un país neutral a un país en guerra, con plena consciencia de los sacrificios innumerables que la Patria va a exigirles y dejando voluntariamente una obra defendida y mantenida durante veinte años de esfuerzos después de una guerra mundial, y unas tierras adonde sus abuelos llegaron cantando al son nuevo de la aventura.
Final de vuestro viaje. ¡Bienvenidos a la Gran Alemania!
Pobres y animosos vuelven ellos por los caminos oscuros de la nación en guerra, y una canción militar, prendida en los labios, flamea en las enormes jornadas sobre la nieve. Gentes duras y rubias, que han hecho del sufrimiento y de la incertidumbre permanente una atmósfera habitual. Como un enorme cartel de enganche, la gran Patria alemana os brinda el honor del peligro y os condecora con la medalla de los sacrificios y de las privaciones. En vosotros, la bella frase toma realidad callada y admirable, porque vosotros, hijos y nietos de luchadores sin fortuna, sabéis que vivir no importa, y que es navegar lo necesario.
Es lebe das Deustche Volk und die Volksdeutschen!
Más y más alemanes para la próxima guerra total. Esta vez, el destino del Reich será el de todo el pueblo germánico.
ResponderEliminarEn efecto, hasta en las Waffen SS se alistarían muchos Volksdeutschen de estos. Como "voluntarios", claro está. Contentos y dichosos por morir por el Reich y el Führer en la enorme pira de la Segunda Guerra Mundial.
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