Camaradas,
El primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, ha pronunciado esta noche un discurso por radio. El clima de Londres, lóbrego y con unas temperaturas por debajo de los 10 grados bajo cero, ha prestado al señor Churchill el ambiente ideal para una de las intervenciones más disparatadas que se recuerdan y que ha dado la impresión de que este vicioso alcohólico cree vivir en otro planeta.
Churchill durante su alocución. Nos preguntamos cuánto tiempo fue capaz de permanecer sin echar mano a un puro o una copa de Brandy.
Hasta ahora han sido los pequeños estados neutrales los que han sentido el peso de la fuerza alemana. Los barcos neutrales son hundidos, no sólo por minas, sino también por torpedos, disparados deliberadamente. Sólo hay seguridad para los convoyes franceses e ingleses. Se puede considerar como segura que la mitad de los submarinos con que Alemania empezó la guerra han sido hundidos y que su producción de nuevos sumergibles ha sido muy inferior a lo que esperábamos.
Base alemana repleta de submarinos, listos para zarpar y continuar sus éxitos contra las rutas comerciales británicas.
Los países neutrales se encuentran bajo la amenaza de Alemania o de Rusia. El servicio prestado por Finlandia a la Humanidad es magnífico. Todo el mundo puede ver cómo el comunismo corrompe el alma de una nación: cómo la hace abyecta y hambrienta en la paz y abominable en la guerra.
¿Qué dice del comunismo, señor Churchill? Pues a nosotros nos parece que las democracias y el comunismo tienen mucho más en común de lo que usted cree. ¿Sabe lo que sucede cuando uno escupe al aire? El futuro quitará y dará razones...
¿Qué ocurrirá si todas esas naciones neutrales que he mencionado cumplieran con su deber de un modo espontáneo, de acuerdo con el Pacto de la Sociedad de Naciones, y se pusieran al lado de los Imperios francés y británico en su lucha contra la agresión? En la actualidad, su situación es lamentable y llegará a ser mucho peor. Se inclinan humildemente y por miedo a las amenazas alemanas, les favorecen de muchas maneras y, mientras tanto, se confortan con el pensamiento de que Inglaterra y Francia ganarán la guerra, de que observarán estrictamente todas las leyes y convenios y de que las violaciones de éstas sólo pueden ser esperadas del lado de Alemania. Cada uno espera que si da de comer al cocodrilo, éste se lo comerá en último lugar. Todos esperan que la tormenta pasará, antes de que les llegue su turno de ser devorados. Pero la tormenta no pasará, sino que se extenderá cada vez con más furia y amplitud. Se extenderá al sur y al norte. No hay probabilidades de una solución rápida, excepto por mediación de la acción unida, y si alguna vez Inglaterra y Francia, que hacen la guerra, tuvieran que hacer la paz, no quedaría nada de los pequeños estados de Europa, ni de sus barcos y posesiones, sino que todo sería dividido entre alemanes y bolcheviques.
"Todo sería dividido entre alemanes y bolcheviques." ¿Y entre quiénes se divide ahora, señor Churchill?
Cuando contemplamos, con los diferentes medios de que disponemos para hacerlo, el espectáculo de Alemania, vemos muchas señales de desintegración psicológica y física, vemos la carencia de materias primas, que ya ha comenzado a perjudicar, tanto a la calidad como al volumen, de la industria de guerra alemana, y sentimos la vacilación de los consejos divididos y de las dudas persistentes que asaltan y minan a los que cuentan con la fuerza y solamente con la fuerza.
Las grandes ciudades de Varsovia, Praga y Viena no deben desesperar, aún en lo peor de su agonía. Su liberación es segura. Llegará un día en que las campanas de la alegría resonarán nuevamente por toda Europa y en que las naciones victoriosas proyecten y construyan, según la tradición y la justicia, y la libertad, un nuevo Hogar en el que habrá un cuarto para todos.
El concepto de "compartir" que tiene el capitalismo. ¿Liberación? Dígale eso mismo usted a sus colonias, señor Churchill.
Tras haberse despachado así de a gusto, Sir Winston Churchill se ha retirado a su cómodo sofá y se ha sentado, puro en mano, a ver una de esas hilarantes comedias de los hermanos Marx que tanto le gustan. Sus carcajadas han sido más sonoras hoy que nunca, a sabiendas que se estaba riendo no sólo de las payasadas de esos ingeniosos bufones norteamericanos, sino también de sus conciudadanos británicos, sus aliados franceses y la totalidad de los países neutrales a los que ha hecho alusión.
Sieg Heil!
No hay comentarios:
Publicar un comentario