Camaradas,
En Westminter, Winston Churchill está decidido a que las amargas noticias que llegan desde Francia a medida que el Cuerpo Expedicionario Británico abandona derrotado el continente, no modifique la absoluta oposición inglesa hacia Alemania sea cual sea el precio. Pero para mantener esta postura necesita el apoyo de los dos miembros laboristas de su Gabinete de Guerra, algo que no parece estar del todo seguro.
Caricatura ciertamente favorecedora del inefable Winston Churchill.
En una reunión secreta de la que hemos tenido conocimiento, celebrada anoche en el salón del Primer Ministro en la Cámara de los Comunes, el Gabinete de Guerra inglés ha debatido una oferta de Italia para intermediar en una paz negociada. Lord Halifax, Secretario de Asuntos Exteriores, ha expuesto su opinión de que Gran Bretaña podría conseguir ahora mejores condiciones antes de que, como parece probable, Francia se vea obligada a rendirse. Neville Chamberlain, el recientemente dimitido Primer Ministro, se ha mostrado de acuerdo con esta línea de pensamiento.
Churchill, como era de prever, no se ha podido mostrar más en contra de entablar cualquier negociación de paz. La atención ha pasado entonces a los laboristas, durante tanto tiempo los enemigos políticos de Churchill. Clement Attle ha expuesto que si las negociaciones de paz empezaran, la moral del pueblo recibiría un golpe terrible. Su colega Arthur Greenwood se ha mostrado de acuerdo y la reunión de dos horas ha terminado con Gran Bretaña volviendo a dar una sonora patada a las esperanzas de paz en Europa.
Mapa de operaciones el día de hoy. El cerco en torno a Dunkerque cada vez es más estrecho.
Mientras tanto, hoy, la flotilla de pequeños navíos y buques de transporte británicos evacua del interior del perímetro aliado de Dunkerque a 54.800 soldados, en parte gracias a que la artillería e infantería alemana comienza a aminorar la presión sobre los Aliados, aunque continúan los duelos entre la RAF y la Luftwaffe, que se impone y al terminar el día ha logrado hundir 9 barcos de transporte. Un destructor francés, el FS Bourrasque, ha sido hundido así mismo cerca de Nieuport después de haber sido alcanzado por una mina y rematado por fuego de artillería alemana.
Destructor Bourrasque escorando poco antes de hundirse.
A bordo del buque iban más de 600 soldados franceses. Unos 550 han podido ser rescatados, cubiertos de petróleo hasta las cejas. Precisamente, Churchill había ordenado a la Royal Navy que a partir de hoy los buques de Dunkerque evacuen al mismo número de británicos que de franceses, ante el aluvión de críticas de los militares franceses que veían cómo los buques de rescate dan clara preferencia a los soldados de Gran Bretaña.
Una anécdota acaecida hoy sirve para ilustrarnos la patética situación de los Aliados en Dunkerque. El Teniente General Alan Brooke, que ha estado al frente del II Cuerpo de Ejército inglés durante la retirada británica hasta el mar, ha llegado al Cuartel General en La Panne de un tal Bernard Montgomery, comandante de la 3ª División, para entregarle el mando del Segundo Cuerpo antes de ser evacuado al Reino Unido donde tiene la tarea reformar el Ejército a su vuelta de Francia. Mientras Montgomery habla, los dos caminan hacia las colinas de arena donde Brooke cae desolado y lloriquea en el hombro de Montgomery, que escribe en su diario: "Cuando la reserva del corazón inglés está agotada, a la mayoría nos gusta estar solos. Por eso, cuando Alan Brooke lloró sobre mi hombro, supe que éramos grandes amigos, y me gustó que fuera así. Esa escena sobre las dunas de Dunkerque me acompañará toda la vida."
Ein Volk, ein Reich, ein Führer!
La Luftwaffe ataca a la flota de evacuación en la playa y en el mar abierto.
A falta de mejores recursos, los británicos se enfrentan con la Luftwaffe con disparos de fusil.
Una anécdota acaecida hoy sirve para ilustrarnos la patética situación de los Aliados en Dunkerque. El Teniente General Alan Brooke, que ha estado al frente del II Cuerpo de Ejército inglés durante la retirada británica hasta el mar, ha llegado al Cuartel General en La Panne de un tal Bernard Montgomery, comandante de la 3ª División, para entregarle el mando del Segundo Cuerpo antes de ser evacuado al Reino Unido donde tiene la tarea reformar el Ejército a su vuelta de Francia. Mientras Montgomery habla, los dos caminan hacia las colinas de arena donde Brooke cae desolado y lloriquea en el hombro de Montgomery, que escribe en su diario: "Cuando la reserva del corazón inglés está agotada, a la mayoría nos gusta estar solos. Por eso, cuando Alan Brooke lloró sobre mi hombro, supe que éramos grandes amigos, y me gustó que fuera así. Esa escena sobre las dunas de Dunkerque me acompañará toda la vida."
Ein Volk, ein Reich, ein Führer!
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