Sellos conmemorativos de la Feria de Leipzig 1940.
Camaradas,
Viejas estampas gremiales nos acompañan. La historia de la Europa comercial y del intercambio del trabajo y del ingenio de los hombres nos acompañan también. Venir a Leipzig y recorrer su feria es asistir a uno de los más bellos espectáculos de muchas cosas en cuya belleza no había uno reparado aún. Cuando se pasea entre sus pabellones y se ve prácticamente a los comerciantes de todos los climas y a los de toda Alemania examinar las muestras industriales, algunas de ellas casi pertenecientes a un mundo mágico para el profano, y se les ve después, como en los remotos comercios de la antigüedad, hacer su elección y ordenar sus pedidos, no puede por menos, en esta feria tan moderna, de acordarse da la ilustre vejez del trabajo, tantas veces arbitrariamente desdeñado en nuestros climas de poesía.
La Feria en 1800.
La historia comercial de Leipzig es más vieja que su nombre de ciudad. En 1156, el Margraf der Reiche, dio a la aldea de Leipzig el título de ciudad, cuando ya existía en la aldea, donde se cruzaban cinco grandes caminos, un mercado famoso. La importancia de los mercados regulares crece siempre, y en 1507 el privilegio de Leipzig es tal, que el Kaiser Maximiliano I, llega a dictar leyes prohibiendo otras ferias en las cercanías de íl ciudad y castigando severamente a quienes dificulten o, simplemente, no favorezcan el viaje a los forasteros que acuden a los mercados famosos. En los primeros años del 700 era la feria más famosa en la Europa central y un siglo más tarde, al principio del XIX, ya se registran más de 24.000 negociantes extranjeros en la feria de Leipzig. El mercado de compra directa, a mediados de siglo, se transformó en Feria de Muestras, como ahora la conocemos. La falta de materias primas y de riquezas naturales ha hecho superarse al alemán, que ha logrado imponer la industria más adelantada y completa del mundo. Leipzig, además de una .realidad, es todo un símbolo. Lo es hoy mismo, y quizá más que nunca. La economía, como ha dicho el Ministro Goebbels en el discurso inaugural de la feria primaveral de este año, no se toma en Alemania como arma política, sino como fuente de bienestar nacional. Pero ¡cuántas cosas no enseña al mundo hoy, en plena guerra, esta feria de Leipzig!.
A pesar del famoso bloqueo, la vida sigue, y la feria de fama mundial, con muy pocas restricciones, ha podido inaugurarse como otros años. Dieciocho naciones han intervenido en ella. El más miope de los visitantes puede comprobar que, en plena guerra, la producción nacional no ha cedido ni en cantidad ni en calidad. Algunas veces las estadísticas sirven también para algo, y no es ocioso divulgar que, si en 1939 expusieron en Leipzig 6.400 casas comerciales, este año han expuesto 6.400 en un total de 19 pabellones, y que las casas extranjeras de materias primas que el año pasado sumaron 271, han llegado este año con las naturales desventajas e incluso imposibilidades que les proporciona la guerra, al número de 200.
Feria de primavera en Leipzig, festoneada de copos de nieve. Aun los profanos como yo al hondo y resignado poema de la industria, comprendemos lo que vale y lo que dice al mundo entero este esfuerzo y esta elegancia de no contraer un músculo del rostro industrial ante la magnitud y la incertidumbre de una guerra como ésta, de vida o muerte. Igual que siempre, los pabellones frecuentados por una muchedumbre que invade la ciudad y que materialmente dificulta el tráfico y convierte en una aventura el encontrar una cama donde dormir, sin pensar en los hoteles asaltados, la feria se ha inaugurado, enseñando, entre las materias de primera necesidad, las maravillas de la invención, e incluso, con una prodigiosa teatralidad, las frivolidades de la moda. Esta feria, llamada de Leipzig, pudiera bien llamarse este año la "Feria inmutable de una tenacidad colectiva".
Es lebe der deutsche Triumph des Willens!
Todo un ejemplo de la potencia industrial del Reich! En todo caso, lo cierto es que en Alemania no se empezó a notar de verdad la guerra hasta 1943. Los civiles alemanes se hecho estaban mejor alimentados y vestidos que en el resto de Europa.
ResponderEliminarUn saludo
A pesar de los interesantes acontecimientos que ha habido hasta ahora, la guerra todavía es de mentirijillas y deja lugar a extravagancias propagandísticas de este estilo.
ResponderEliminarHe visto por las entradas de tu blog que has vuelto después de unos días de ausencia. Seguro que algunos malditos partisanos polacos te han retenido. Bienvenido, por tanto.