Camaradas,
A las 11 de la mañana el tren especial del Führer ha entrado en Florencia tras una carrera contra el reloj a la que, no obstante y como ha sabido hoy a las 8 de la mañana a través de la radio, el Führer ha llegado tarde. Un cariacontecido Mussolini ha acudido a la estación a saludar al Führer, que ha sonreído ampliamente y le ha agradecido al Duce con gran afabilidad por la oportunidad que se le ha brindado de volver a ver a su amigo y aliado.
En primera instancia el Duce se ha mostrado un tanto distante y hostil, pero también ha respondido con una sonrisa. Después, tras el saludo enfervorizado de las muchedumbres reunidas en el exterior del Palazzo Pitti pidiendo una y otra vez que los dos líderes aparecieran en el balcón, el Duce ha recuperado su buen humor.
El Führer ha tenido tiempo suficiente para adaptarse a las nuevas circunstancias y, para sorpresa de muchos, se ha mostrado con el Duce como un amigo benevolente, preocupado, pero no necesariamente contrariado por su apresurada maniobra contra Grecia. El caluroso saludo al Duce ha sido el preámbulo de toda una jornada de lo más agradable entre los dos líderes que le ha supuesto un gran alivio a Mussolini, a quien su propio movimiento lo ha dejado un tanto intranquilo.
En contra de lo esperado por el Duce, el Führer no le ha hecho la más mínima reprimenda, sino que ha reafirmado la solidaridad del Reich con Italia, venga lo que venga. Según el propia Ciano, la conferencia “ha sido de lo más interesante y ha evidenciado que la solidaridad alemana no nos ha fallado”. La conferencia ha terminado de la manera más caluroso y con un completo acuerdo. El Duce se ha encontrado del mejor ánimo, y ha acompañado a su invitado después de un almuerzo en el Palazzo Medici a un concierto en el Palazzo Pitti. Cuando la música ha terminado, el Führer ha sido el primero en levantarse del asiento y aplaudir con entusiasmo a la orquesta.
El Führer y el Duce juntos en el Palazzo Pitti tras el concierto.
Después, el Duce ha insistido en mostrarle al Führer las habitaciones del Palazzo Vecchio, en cuyo balcón han aparecido los dos ante la muchedumbre reunida, que de nuevo los ha aclamado con gran fervor.
Una hilera de fascistas ha formado el cordón a través del cual los coches se han abierto paso hacia la estación, a donde se han dirigido a las 18:00 horas. Después de una calurosa despedida, el Führer ha partido en su tren.
Por su parte, el inefable Winston Churchill ha enviado el siguiente mensaje al General Metaxas:
Italia ha esgrimido en vano amenazas e intimidación contra vuestro tranquilo coraje. Ahora, Italia ha recurrido a la agresión no provocada contra vuestro país, encontrando justificación para su ataque gratuito en acusaciones infundadas.
El General Metaxas, el proto-fascista Primer Ministro de Grecia, recibe el "saludo romano" o "Führerbefehl" de sus compatriotas. ¿Le gusta ahora a usted, señor Churchill, tener esta clase de amigos?
El modo en el que el pueblo griego se ha enfrentado, bajo su confiado liderazgo, a los peligros y a las provocaciones de los meses anteriores, se ha granjeado más allá de Grecia la admiración de todo el pueblo inglés, las mismas calidades los mantienen a ambos en esta hora de desafío. Os proporcionaremos toda la ayuda que esté a nuestro alcance. Combatimos un enemigo común y compartiremos la misma victoria.
Es lebe der Führer!
Viva il Duce!
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