Camaradas,
Rumania y sus yacimientos petrolíferos atraen desde la guerra, y aún antes, los recelos de los países ricos en gasolina y la ambición de los que no lo son tanto. Inglaterra ordenó recientemente un embargo sobre todas sus exportaciones a Rumania mientras ésta aclaraba la situación de los suministros de gasolina a Alemania.
Refinerías de petróleo en Ploesti, Rumanía.
La aclaración ha venido hoy, y ha sido tan categórica, y tan satisfactoria para el Imperio Británico, que Inglaterra se ha apresurado a levantar el embargo. Rumanía se compromete a no acrecentar sus suministros petrolíferos al Reich, que no recibirá más de las 130.000 toneladas mensuales contratadas antes de la guerra. Por dificultades de transporte, ese contingente no ha podido cubrirse nunca, pero Alemania pensaba emplear el Danubio cuando este río se abra al tráfico con los deshielos de la primavera y recibir así las cantidades que su creciente esfuerzo de guerra requiere. Ante la presión diplomática y ante el amago de una ruptura comercial con los aliados, Rumanía se niega a aumentar sus exportaciones al tercer Reich y prohíbe totalmente la salida de gasolina refinada, que es la que se emplea en la aviación y sólo autoriza la de aceite pesado o nafta.
A pesar de este pequeño contratiempo detrás del cual no hay otro responsable que el avaricioso Imperio inglés quien, no contento con controlar la producción de combustible de Oriente Medio (Persia e Iraq) y el Caribe (Venezuela, Trinidad y Tobago), pretende negar a una nación de casi cien millones de habitantes el combustible con el que hacer funcionar su industria, el Reich puede presumir de tener grandes amigos con los ha alcanzado recientes acuerdos comerciales que redundarán en beneficio mutuo y que nos permitirá contar con abundantes suministros de oro negro.
Vagones de combustible rumano con destino a Alemania.
Además, en virtud del Plan Cuadrienal, el Reich ha emprendido los pasos necesarios hacia la autosuficiencia en el abastecimiento de combustible mediante la producción de gasolina sintética a partir del carbón, tan abundante en el Reich.
Los ingleses, quienes tendrán toda la gasolina que necesiten para la guerra mientras su Marina pueda surcar los océanos, abrigan la certidumbre de que el día en que la guerra empiece a retumbar sobre las ciudades y los frentes en toda su crudeza, no serán ellos quienes primero agoten las reservas de combustible. Ahí estará el Reich para darles su merecido.
Es lebe Deutschland!
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