Camaradas,
Con estas palabras del pusilánime escritor judío Erich Marie Kramer podemos definir a la perfección el absurdo estado de cosas que ha alcanzado la guerra en el frente oeste, una situación para la que los medios de los diferentes países en guerra ya han acuñado términos como the Phoney War (la guerra falsa), der Sitzkrieg (la guerra sentada), the Bore War (la guerra aburrida) o la drôle de guerre (la guerra de mentira).
No quisieron atacarnos cuando la Wehrmacht estaba volcada en Polonia y contaban con una abrumadora superioridad y tampoco lo hacen ahora. El Führer y los alemanes interpretamos este gesto con la esperanza de que quizás fuera todavía posible evitarle a Europa los sacrificios de una nueva guerra e hicimos todo lo posible por no provocar a los ejércitos enemigos que se apelotonaban en masa contra nuestras fronteras y propusimos por activa y por pasiva alcanzar un acuerdo de paz pero, como reza un popular refrán popularizado a través de uno de los grandes genios de la Literatura castellana: “el perro del hortelano ni come ni deja comer”. No quieren la paz, pero tampoco quieren la guerra.
Así, mientras los “aliados” discuten sobre qué hacer y qué no hacer, la vida prosigue tranquila en las guarniciones del Westwall. A continuación mostramos algunas imágenes de nuestros tranquilos, pero siempre vigilantes soldados:
Con estas palabras del pusilánime escritor judío Erich Marie Kramer podemos definir a la perfección el absurdo estado de cosas que ha alcanzado la guerra en el frente oeste, una situación para la que los medios de los diferentes países en guerra ya han acuñado términos como the Phoney War (la guerra falsa), der Sitzkrieg (la guerra sentada), the Bore War (la guerra aburrida) o la drôle de guerre (la guerra de mentira).
No quisieron atacarnos cuando la Wehrmacht estaba volcada en Polonia y contaban con una abrumadora superioridad y tampoco lo hacen ahora. El Führer y los alemanes interpretamos este gesto con la esperanza de que quizás fuera todavía posible evitarle a Europa los sacrificios de una nueva guerra e hicimos todo lo posible por no provocar a los ejércitos enemigos que se apelotonaban en masa contra nuestras fronteras y propusimos por activa y por pasiva alcanzar un acuerdo de paz pero, como reza un popular refrán popularizado a través de uno de los grandes genios de la Literatura castellana: “el perro del hortelano ni come ni deja comer”. No quieren la paz, pero tampoco quieren la guerra.
Así, mientras los “aliados” discuten sobre qué hacer y qué no hacer, la vida prosigue tranquila en las guarniciones del Westwall. A continuación mostramos algunas imágenes de nuestros tranquilos, pero siempre vigilantes soldados:
Paz en la guerra por obra y gracia de los tiranos E. Daladier y N. Chamberlain.
¿Paralizados ante lo imponente de los obstáculos de nuestro Westwall?
¿O quizás ante lo aguerrido de las tropas que lo guardan?
En cualquier caso, ya saben que lo que les espera detrás puede ser todavía mucho peor...
Es lebe Friede!
Esos mariquitas aliados no saben lo que les espera dentro de unos meses jajajaja
ResponderEliminarY espérate que todavía estamos con tanquecitos Panzerkampfwagen II, Lucio Cornelio. Luego llegarán los juguetes de verdad. ¡Ardo en deseos de que llegue Sevastopol!
ResponderEliminarPor cierto, te recomiendo la hemeroteca online del ABC para documentarte.
Saludos.
Gracias!
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